Cuántas veces nos ha pasado que nuestra pareja sexual no logra la erección y lo interpretamos como no ser gustadas o gustados. Querer mantener una actividad sexual y que la vagina no lubrique y abandonar el intento. Es probable que esas situaciones las tomemos como signo o prueba de falta de deseo e incluso rechazo.
Por infobae.com
Tenemos más incorporada la interpretación de las señales físicas, que el diálogo. Por vergüenza, por tabú, cada vez hablamos menos en la cama y nos guiamos por la lectura de un cuerpo que, es mucho más engañosa de lo que creemos.
Estamos hablando de la excitación no concordante. ¿De qué se trata? Por un lado, tenemos la excitación genital que se traduce en la erección y la lubricación, que es la respuesta fisiológica con la que el cuerpo se prepara para la actividad sexual.
Por el otro lado, tenemos la excitación subjetiva o mental, que corresponde a nuestro deseo, a nuestras ganas, a nuestra voluntad para mantener cualquier práctica erótica. Meredith Chivers, sexóloga y psicóloga clínica, directora del Laboratorio de Sexualidad y Género de la Universidad de Queen‘s, en Canadá, se ha dedicado al estudio de la respuesta genital y su relación con el deseo. Gracias al uso de un pletismógrafo, un aparato que registra los cambios de presión y volumen, pudo medir en laboratorio la respuesta de excitación genital de los participantes ante la exposición de diferentes videos eróticos.
Tengamos en cuenta que la excitación no concordante nos habla de diferentes escenarios posibles: puede suceder que tengas excitación subjetiva, es decir, que quieras mantener una actividad sexual pero que por factores como el tiempo, el estrés, o causas orgánicas, entre otros factores, hagan que la excitación genital no se produzca. Es decir, que yo quiera mantener relaciones sexuales pero no logre la erección o no lubrique.
Pero también nos habla de la situación inversa: que mi cuerpo tenga excitación genital pero yo no tenga deseo. Y esto se produce porque el cerebro interpreta una situación como sexualmente relevante. Esto puede generar, por ejemplo, que la vibración de un colectivo genere una erección, así como también, y esto es lo más importante sobre este tema: si nos estimulan a nivel genital sin que yo lo desee. Estamos hablando de que puede haber respuesta genital en situaciones de no consentimiento.
Esto es importante de transmitir porque muchas víctimas de abuso sexual han experimentado una respuesta genital, viviendo esto con muchísima culpa. Incluso se ha utilizado, erróneamente, como argumento en contra de las víctimas. Bajo ningún punto de vista la respuesta de excitación genital en situaciones de no consentimiento quiere decir que haya habido placer.
Es hora de erradicar la idea de “tu boca dice no, pero tu cuerpo dice sí”. Y saber que el verdadero deseo, el verdadero consentimiento, sólo se expresa en palabras.
Luego, se les preguntaba si se sentían sexualmente excitados, es decir, si tenían excitación mental. Los resultados arrojaron una coincidencia de excitación genital y excitación mental de apenas un 10% en las participantes mujeres y de aproximadamente un 50% en participantes hombres. Es decir, que las situaciones donde la respuesta de excitación genital se correspondía con una excitación mental, era muchísimo más baja de la esperada.
En muchas situaciones, se observaba una respuesta fisiológica sin sentirse erotizados realmente. Nuestro cuerpo y nuestra mente no están tan conectados como creemos y la desconexión se hace aún más clara y amplia en las mujeres. Esto tiene que ver con cuestiones culturales de tabú, desconocimiento y disociación con que cargamos las personas, sobre todo en la sexualidad femenina.
Culturalmente los hombres están más en contacto con su genitalidad y está demostrado que la concordancia en la excitación aumenta con la masturbación, actividad a la que, las mujeres, estamos llegando demoradas. Poder trabajar la ansiedad, la atención plena, conocer nuestra anatomía y vías de placer es clave para ir acercándonos a un deseo de manera más integral.