El cuatro de febrero de 1992, Venezuela se despertó en medio de un alzamiento militar. Corría el segundo mandato de Carlos Andrés Pérez, y los habitantes conocían la primera sublevación castrense desde los tiempos del “carupanazo” y el “porteñazo”, de los turbulentos años 60, una intentona infructuosa, impulsada por un grupo de oficiales de medio y bajo rango que se levantaron contra un gobierno que había caído en la impopularidad luego de los sucesos de saqueos y protestas conocidos como “el caracazo”, de 1989.
JOSÉ LUIS CARRILLO // TALCUAL
Fue el día del “por ahora” de Hugo Chávez, uno de los cuatro tenientes coroneles que estuvieron al frente del alzamiento y a quien correspondió, sin lograrlo (supuestamente porque el intento de golpe había sido develado) tomar el Palacio de Miraflores.
Paulatinamente, los oficiales que participaron en la intentona fueron incorporándose a la arena política y, llegado el comandante de Sabaneta al poder en 1999, pasaron a ser protagonistas de un proceso político que se prolonga actualmente en medio de una de las peores crisis que ha vivido la República en su historia reciente.
Florencio Porras fue uno de esos oficiales que salieron a las calles en la búsqueda de lograr un cambio en la orientación política del país. Egresado de la Academia Militar en 1985 en el primer lugar de la Promoción General de Brigada “Lucas Carvajal”, tenía el grado de teniente cuando se produjo la asonada.
En 1998 llegó a ser diputado al Congreso de la República por el Movimiento Quinta República, luego formó parte de la Asamblea Nacional Constituyente y a partir de 2000 tuvo dos períodos como gobernador del estado Mérida.
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