El Senado de Estados Unidos inicia este martes un segundo juicio político contra Donald Trump, imputado esta vez por “incitar a la insurrección” por su responsabilidad en el asalto al Congreso por parte de sus seguidores el pasado 6 de enero, un proceso que viene marcado por el hecho de que ya no ocupa la Presidencia.
La jornada será histórica ya que se trata del primer mandatario en enfrentar por segunda vez un “impeachment” y también el primero sometido a un juicio político después de abandonar el poder.
El hecho de que ya no esté en el poder hace que Trump no pueda enfrentar la consecuencia automática de un juicio político: la destitución; pero abre la puerta a que lo inhabiliten, lo que quebraría sus incipientes planes de volver a presentarse a unas elecciones presidenciales.
¿QUÉ ES UN JUICIO POLÍTICO?
A grandes rasgos, un juicio político es un proceso mediante el cual el poder Legislativo puede destituir a un presidente si considera que ha cometido un crimen.
Según refleja la Constitución, el presidente, el vicepresidente y todos los funcionarios civiles “serán destituidos de su cargo por acusación y condena por traición, soborno u otros crímenes y delitos menores”.
Dada la amplitud de la definición, el Congreso puede iniciar el proceso debido a una actividad criminal, abuso de poder o cualquier otra presunta infracción.
¿CÓMO SE INICIA UN PROCESO DE DESTITUCIÓN?
Normalmente es el Comité Judicial de la Cámara Baja el que inicia los trámites y emite una resolución con los cargos políticos a “juzgar” contra el presidente, que después deben ser votados por la Cámara de Representantes y eventualmente por el Senado.
Esta vez, sin embargo, por la urgencia del caso, la acusación se sometió directamente al pleno de la Cámara Baja, que la aprobó por 232 votos a favor -diez de ellos republicanos- y 197 en contra el pasado 13 de enero.
La aprobación de un cargo político en la Cámara de Representantes no tiene ninguna consecuencia inmediata por lo que Trump, que en ese momento seguía en el cargo, no tuvo que abandonar sus funciones.
Una vez cumplido ese primer trámite, el Senado recibe los cargos para el juicio político y se consensúan entre los dos partidos las reglas y procedimientos que se seguirán.
EL JUICIO POLÍTICO
El juicio político propiamente dicho, que dará inicio este martes, se celebra en el Senado. Durante el proceso, la cámara es dirigida por el presidente del Tribunal Supremo. Esta vez, sin embargo, al no estar Trump en el cargo, quien presida el juicio será el senador con más antigüedad del partido en mayoría, en este caso el demócrata Patrick Leahy.
Leahy y los otros 99 senadores actúan de jurado, mientras que un grupo de legisladores elegidos en la Cámara Baja ejercen de “fiscales”, los llamados “encargados de la acusación”, y unos abogados contratados por Trump de su defensa.
Al inicio del proceso, cada senador debe jurar, al igual que hacen los miembros del jurado en un juicio ordinario.
Por su parte, los “fiscales” son propuestos por el jefe de la Cámara Baja, en este caso la demócrata Nancy Pelosi. La líder demócrata ha nombrado a nueve de estos “fiscales”.
Una vez que el “impeachment” arranca, transcurre de manera similar a un juicio tradicional: los fiscales comienzan con una declaración inicial, seguida de la de los abogados del expresidente.
La declaración de testigos ante el Senado es posible, pero en este caso no se decidirá hasta que acusación y defensa hayan presentado sus respectivos casos. Cada bando tiene en este juicio 16 horas para presentar su caso a repartir en un máximo de dos días.
Los fiscales invitaron a Trump a declarar como testigo, pero este declinó la propuesta.
A lo largo del proceso, los senadores escuchan los argumentos, al igual que hace un jurado ordinario. Si tienen dudas, pueden enviar sus preguntas por escrito para que las formule el presidente al finalizar el turno de acusación y defensa.
Al finalizar todo este proceso, comienzan las deliberaciones en una sesión a puerta cerrada y cuando acaban, el Senado vota en público cada cargo político.
Se necesitan dos tercios para declarar culpable al expresidente, que de lo contrario queda absuelto.
En este momento, los dos partidos se reparten a partes iguales los 100 escaños del Senado, de manera que el segundo juicio político contra Trump solo podría salir adelante si 17 senadores republicanos votan con los demócratas, algo que por ahora parece improbable.
PRECEDENTES EN LA HISTORIA
La Cámara Baja ha imputado políticamente a diecinueve personas, la mayoría jueces federales.
En el caso de los jefes de Estado, tres han sido los presidentes que han afrontado un juicio político y han sido absueltos: Andrew Johnson, en 1868; Bill Clinton, entre 1998 y 1999; y Trump en 2020; mientras que un cuarto mandatario, Richard Nixon, encaró cargos políticos pero no fue sometido a un “impeachment” ya que renunció en 1974 tras el escándalo del “Watergate”.
Nixon dimitió antes de terminar su segundo mandato y después de que el Comité Judicial de la Cámara Baja aprobara tres “artículos de ‘impeachment'”, pero antes de que el pleno de esa misma cámara votara para imputarlo y abrir un juicio político.
Johnson (1865-1869), Clinton (1993-2001) y Trump (2017-2021) en su primer juicio fueron absueltos de las acusaciones presentadas en su contra.
El caso más controvertido de la edad moderna, el de Clinton, ocurrió a raíz del escándalo sexual de la becaria de la Casa Blanca Monica Lewinsky en 1998, pero logró salir airoso con el voto a favor de su absolución de 55 de los 100 senadores respecto al cargo por perjurio, y obtuvo un empate en el cargo presentado en su contra por obstrucción a la justicia. EFE