Estoy atento a todos y cada uno de los acontecimientos que afecta al país. Sigo en contacto estrecho con amigos y dirigentes políticos que sortean las dificultades bajo la espesa sombra del régimen. Particularmente, quiero hacer referencia al Estado Miranda porque es uno de los referentes del madurismo que sabe que n ha podido domesticar a los mirandinos.
Los pobladores de esa entidad federal, sufren las nefastas consecuencias del régimen, como todo el país pero recientemente ha sido objeto de algunos ensayos (algo más que globos), orientados a su aplicación en cualquier rincón de la Patria. Por ejemplo, el llamado gobierno del Distrito Capital pretendió arrancarle los municipios más prósperos de Miranda y, al fallar, por la activa denuncia de la sociedad civil que se suma la postura frontal y visible de Vente Miranda, postergó y sólo postergó la medida que es importante para el llamado Estado Comunal. Ahora, ha reactivado la usurpación una tal ley de condominios, mediante la cual pretende la creación de un fondo estadal para ayudar a las clases medias en apuros. Esto es, extorsionarlas so pretexto de una ayuda paradójicamente destinada a pagar por encarecidos e ineficientes servicios públicos que el régimen y sus contratistas explotan.
Lo curioso es que Héctor Rodríguez, el gobernador de la usurpación, no tuvo más remedio que “defender” la integridad territorial del estado que no siente ni conoce, yendo a parar a la casa de gobierno de Los Teques como el candidato in pectore para reemplazar a Maduro ante cualquier eventualidad, según el consejo de los cubanos. Este delfín sin aletas propias, fastidiado de lidiar con los mirandinos, sólo espera ser llamado para ejercer cómodamente un ministerio, como ocurrió con Carmen Meléndez, la otrora usurpadora del Estado Lara. El muchacho sigue engolosinado, como peón contento en un tablero del que no tiene idea, porque tiene fuertes competidores en el seno de las mafias que por los momentos quitaron a Jacqueline Farías del Distrito Capital a favor del jefe de las mafias invasoras de los edificios caraqueños.