El ayuntamiento había pedido a los vecinos abstenerse de patinar porque la capa de hielo no era lo suficientemente fuerte, pero muchos hicieron oídos sordos a las recomendaciones y jugaron en distintos espacios de agua. Los servicios de urgencias recibieron el doble de pacientes de lo habitual, con patinadores que necesitaban ser tratados por fracturas, lesiones de tobillo y muñecas o caderas rotas.
Por infobae.com
Los canales que dan vida a Países Bajos se convirtieron el fin de semana en pistas de hielo en las que niños y adultos sacaron a relucir sus artes y bailar sobre los patines afilados tras una década rogando al termómetro de cada invierno traer las heladas. Y los más novatos también dieron algún disgusto a los hospitales con sus fracturas.
Fue un fin de semana de cielos azules, sin viento y con temperaturas bajo cero, ideal para los amantes del patinaje sobre hielo. Tras un año de poca actividad al aire libre, los más pequeños han dado sus primeros pasos sobre pistas naturales, y muchos adultos han probado suerte con este deporte, dejando jornadas marcadas por carcajadas, algún llanto por las caídas, y rostros de consuelo frente al cansancio causado por la pandemia.
Los neerlandeses han acudido en masa a estanques, lagos y canales, congelados tras la tormenta de nieve que se registró la semana anterior, la primera que cae sobre la tierra de los tulipanes desde hace más de una década, dejando temperaturas de hasta 10 grados bajo cero en algunos puntos del país y permitiendo la formación de pistas de hielo.
Los vecinos han sacado las prendas invernales del fondo del armario y han marchado hacia estos puntos en grupos, en algunos casos en contra de las recomendaciones oficiales que exigen salir a la calle en un máximo de dos personas, manteniendo la distancia interpersonal de metro y medio para evitar contagios con las nuevas mutaciones del coronavirus.
HOSPITALES MOVILIZADOS
La mala noticia: los servicios de urgencias han recibido el doble de pacientes de lo habitual, con patinadores que necesitaban ser tratados por lesiones de tobillo, y muñecas o caderas rotas, y alguna que otra fractura causada por las caídas sobre la pistas, o por la ruptura espontánea del hielo.
La Asociación Holandesa de Servicios de Urgencias le confirmó a la agencia ANP que los hospitales estaban preparados para recibir un mayor número de personas, había personal adicional y yeso extra para tratar fracturas. “No hemos visto algo así desde 2012”, aseguró la organización.
Durante la jornada del sábado, urgencias recibió el doble de pacientes que otros sábados de la pandemia, pero la afluencia de casos no fue motivo de presión adicional sobre las camas de hospital porque la gran mayoría de los heridos fueron dados de alta el mismo día después del tratamiento.
Varias de las panorámicas más preocupantes se registraron en cinco centros médicos de Frisia, en el norte de Países Bajos, donde las líneas telefónicas de urgencias acabaron saturadas ayer por pacientes que querían ser atendidos o derivados al hospital. En la ciudad de Sneek, unas 50 personas fueron tratadas por fracturas, según la televisión NOS.
Las ambulancias de Frisia, Groninga y Drenthe, en el norte todas, anunciaron haber recibido el sábado 150 llamadas de diferentes patinadores con fracturas.
SOL, CIELOS DESPEJADOS
Los más impacientes se presentaron en los canales temprano por la mañana, algunos resbalándose con su bicicleta por los carriles donde el hielo aún sobrevive días después de la nevada, otros optaron por usar el coche, provocando atascos en las carreteras y los aparcamientos.
En las redes sociales, abundan grabaciones de caídas míticas de los patinadores, como en el Prinsengracht de Ámsterdam, uno de los cuatro canales principales del cinturón que define la postal de la capital neerlandesa. El ayuntamiento había pedido a los vecinos abstenerse de patinar porque la capa de hielo no era lo suficientemente fuerte, pero muchos hicieron oídos sordos a las recomendaciones y disfrutaron de la oportunidad.
En La Haya, el bosque Haagse Bos, que acoge el palacio Huis ten Bosch, donde reside la familia real de Países Bajos, también ha sido paisaje de varias pistas de patinaje con capas resistentes de hielo, mientras que el estanque de Hofvijver, en el centro de la ciudad y contiguo a la oficina del primer ministro Mark Rutte, marcó varias caídas y fracturas, a pesar de que el municipio trató de disuadir a los patinadores colocando vallas alrededor del sitio.
La imaginación ha dado para todo tipo de posibilidades: los hay que se han limitado a patinar, otros han navegado sobre hielo, algunos se han dado un baño intencionado en el agua fría y otros han convertido los canales en pistas de hockey con equipos enfrentados con patines de aguja y palos, marcando goles al equipo contrario y al aburrimiento dictado por la pandemia, aunque los sanitarios estén cruzando los dedos para que sus conciudadanos hayan mantenido la distancia.
En muchos lugares, el hielo empieza a derretirse y los ayuntamientos piden a la gente no poner su integridad física en peligro, aunque hay quien se resiste. “Esto es irresponsable. Se acabó el patinaje”, advirtió Len Veerman, del club de esquiadores De Loosdrechtse Plassen, que ha declarado la alerta roja y ha pedido a la gente volverse a su casa, antes de que un helicóptero policial empiece a sobrevolar la zona exigiendo su marcha.