Nueva York, que tiene el triste récord de ser la ciudad con más cantidad de muertos por coronavirus de Estados Unidos, rindió el domingo un conmovedor homenaje a las más de 30.000 personas que murieron como consecuencia de la enfermedad al cumplirse un año de pandemia.
Por Infobae
La escala de tragedia en la ciudad, que durante la primavera boreal de 2020 fue el epicentro mundial de la pandemia, es más de diez veces superior a las muertes que provocaron los atentados del 11 de septiembre de 2001.
“Hemos perdido más neoyorquinos que en la Segunda Guerra Mundial, la guerra de Vietnam, el huracán Sandy y el 11/9 juntos. Cada familia ha sido afectada, y para tantas familias hay dolor, un dolor en carne viva”, dijo el alcalde Bill de Blasio en una ceremonia virtual transmitida en vivo, tras pedir un minuto de silencio en honor a las víctimas.
De Blasio mencionó especialmente a los “héroes de la salud” que “salvaron vidas”, a veces a costo de la suya propia, y llamó a recordar los buenos momentos.
“Pase lo que pase, nadie puede quitarte los bailes que has tenido”, dijo el alcalde en español en esta ciudad donde un tercio de los inmigrantes son de origen latino, citando al escritor colombiano y Nobel de Literatura Gabriel García Márquez.
“Hombro a hombro, ayudándonos unos a otros, recuperaremos nuestra ciudad”, prometió.
La ceremonia virtual comenzó con un breve recital de la Filarmónica de Nueva York frente a velas encendidas en el icónico puente de Brooklyn en una noche gélida y ventosa. Grandes fotos en blanco y negro de las víctimas fueron proyectadas en el puente.
Hubo discursos de líderes religiosos y de una joven poeta. La ceremonia culminó con participación del obispo Hezekiah Walker, un popular artista de gospel y pastor de la gran iglesia de Brooklyn Love Fellowship Tabernacle, y su coro The Love Fellowship.
Carolina Juárez Hernández, una joven mexicana-estadounidense, habló de su padre, Francisco Juárez García, un inmigrante mexicano que falleció de COVID-19 el 28 de abril de 2020. Las comunidades latina y afroamericana, las más pobres, fueron las más afectadas por la enfermedad. “Toda mi familia dio positivo al COVID.19”, contó la joven.
Cuando su madre y ella fueron dadas de alta en el hospital, el padre quedó internado. “No me di cuenta de que no podía ir con él, no pensé en darle un abrazo de despedida, quería mantener su ánimo en alto, así que solo le dije ‘Al rato hablamos, pa’”, relató emocionada.
“Hasta el día de hoy lamento no haberle dado ese abrazo, porque nunca volví a verlo en persona”.
Los intervinientes coincidieron en agradecer el sacrificio del personal sanitario y de los miembros de los servicios de emergencia durante este año de pandemia, que saturó los hospitales en primavera, puso a muchos negocios al borde de la quiebra y ha vaciado la ciudad de gran parte de la actividad con la que vibraba cada día.
Los avances en la campaña de vacunación en Nueva York permiten ver la luz al final del túnel para “la ciudad que nunca duerme”, que ha comenzado a levantar restricciones a negocios, restaurantes, eventos deportivos y ha reabierto los colegios.
Casi 1,7 millones de personas en la ciudad de Nueva York ya ha recibido al menos una dosis de la vacuna (poco más del 20 por ciento de la población) aunque los barrios más afectados por la pandemia, aquellos de bajos ingresos, de mayorías latinas y afroamericanas, como el Bronx, siguen rezagados en el avance de la inmunización. El porcentaje de habitantes que ya ha sido completamente inoculado es del 9,6 por ciento.