El soldado birmano Shing Ling, que desertó y lleva dos semanas escondido en Rangún, está dispuesto a morir si el ejército lo localiza, antes que participar en el “baño de sangre” contra los manifestantes.
Este militar quiere que el mundo conozca su deserción y la semana pasada publicó en Facebook una foto donde aparece de cara a la cámara, de uniforme y levantando tres dedos en señal de resistencia.
Algunos le llamaron “traidor” pero las reacciones fueron en su mayoría positivas, con usuarios que alabaron su “valentía” y “comportamiento heroico”.
Las deserciones son poco comunes en las filas del poderoso Tatmadaw, el nombre de las fuerzas armadas birmanas, y muy pocas veces se anuncian públicamente por miedo a las represalias.
Los riesgos son enormes. El código militar prevé pena de muerte para los soldados condenados por estos actos.
Pero “me siento muy culpable y avergonzado” desde el golpe de Estado, dijo a la AFP Shing Ling, de 30 años.
En seis semanas, las fuerzas de seguridad mataron a más de 180 manifestantes prodemocráticos, según la Asociación de Ayuda a los Presos Políticos (AAPP).
– “Baño de sangre” –
El número de muertos aumentó considerablemente en los últimos tres días.
La junta parece más decidida que nunca a reprimir la protesta pese a las condenas internacionales, especialmente de la ONU, que denunció probables “crímenes contra la humanidad” y “un baño de sangre”.
Para Shing Ling, el camino hacia la deserción duró un mes.
El 1 de febrero, los generales, alegando fraude en las elecciones legislativas de noviembre que ganó el partido de Aung San Suu Kyi, la derrocaron.
El soldado, “conmocionado”, decidió permanecer en filas.
Pero las fuerzas de seguridad reprimían cada vez más las concentraciones, en su mayoría pacíficas, y no dudaban en utilizar armas letales.
“Una vez utilizaron gas lacrimógeno para dispersar a la multitud, pero también vi munición real. Empecé a abrir los ojos”, dice.
Unos días después, a principios de marzo, varios manifestantes fueron asesinados en el norte de Rangún, la capital económica, mientras su división estaba desplegada en las cercanías.
“Mi arma debería haber disparado a personas indefensas. No podía hacerlo. Decidí unirme” al movimiento de desobediencia civil, lanzado a las pocas horas del golpe en resistencia a la junta, explica.
– “Esperar lo peor” –
Desde que anunció su deserción en Facebook, el soldado rompió relaciones con su batallón, cambió su apariencia y su tarjeta SIM. Pero está convencido de que el ejército acabará encontrándolo y dice que “espera lo peor”.
Shing Ling, un huérfano del estado de Chin (oeste), decidió ingresar en la academia militar en 2006, siendo aún un adolescente.
“Éramos como hermanos, nos dábamos calor el uno al otro. Era feliz allí, me sentía como en casa”, recuerda.
En 2011, la junta, que había gobernado el país durante casi cinco décadas desde su independencia en 1948, se disolvió oficialmente y Birmania se fue abriendo al mundo con la llegada de las nuevas tecnologías.
El soldado comenzó entonces a interesarse por la política gracias a Facebook, la principal herramienta de comunicación para millones de birmanos.
En 2015, durante las primeras elecciones democráticas, incluso dio su voto al partido de Aung San Suu Kyi, la histórica opositora a los militares que pasó 15 años bajo arresto domiciliario durante las anteriores dictaduras.
“Mis amigos del ejército no se atrevieron a votar [por ella] por miedo a sus oficiales superiores”, dice.
Cinco años después, en noviembre de 2020, decepcionado por la trayectoria del gobierno de Suu Kyi, decidió elegir otro partido. Pero tres meses más tarde, el ejército acabó con la frágil democracia.
Desde entonces, casi 200 policías y sus familias huyeron de Birmania y se han refugiado en la vecina India, según fuentes de seguridad indias.
Shing Ling decidió permanecer oculto en Rangún con una pregunta para sus antiguos camaradas que permanecen en las filas del Tatmadaw. “Si tienes que elegir entre el ejército y el país, ¿qué decides?”.
AFP