En el escenario del 2021, el régimen no ofrece otra novedad que su sobrevivencia en el desastre y acumulando sus propias limitaciones, insuficiencias y contradicciones. No están caídos, pero no son tan “fuertes” como se empeñan en aparentar. Hay un evidente desgaste político, un escuálido apoyo popular y en la “caja negra” que es el sector militar, lo menos que puedo decir, es que prevalece la desconfianza interna. En el sector económico emergente de los “nuevos ricos” o burguesía chavista hay indicios que quieren un “arreglo”; regularizar sus riquezas y tranquilidad para disfrutarlas con sus familias. Además está el hecho que los “capitales e intereses” de antes y de ahora, se han ido mezclando. El sector económico, sin distingos, quiere “tranquilidad y seguridad” para invertir. Por otro lado, el resto de la población, está ansiosa por recuperar una relativa normalidad económica y social. Sin tantos apremios y necesidades y que el nivel de incertidumbres disminuya. Guaidó y su alianza política, acaban de demostrar en la práctica que su gobierno es “real”, maneja recursos, es necesario para “manejar y resolver” ciertos problemas, como en este caso, el de las vacunas para controlar la pandemia. Sería decisivo para resolver el problema de la gasolina y sería decisivo para las “ayudas” internacionales. Ahora todo esto pasa por una negociación seria, con acompañamiento y garantías internacionales y elecciones libres, a partir de un CNE que genere confianza y respeto a los resultados (donde gane un opositor, nada de “protectores” ni saboteo de gestión). Entiendo que la Comisión Noruega de Paz está o estuvo en el país. Es una buena oportunidad para empezar a construir una nueva posibilidad de solución política y la principal responsabilidad es del régimen, con el nombramiento del nuevo CNE y en anular la absurda pretensión de reducirnos a todos los trabajadores a una sola nómina de empleados públicos mendicantes y con ello terminar de anular la Autonomía Universitaria que es un derecho constitucional así como acosan e intervienen la educación privada católica que tiene 31 años vigente, vía Convenio entre AVEC (Asociación Venezolana de Educación Católica) Fe y Alegría y el gobierno. Chávez respetó el Convenio y el propio Maduro, hasta ahora. De insistirse en el atropello, sólo puede entenderse, como que el proyecto castro-comunista sigue y ello anularía todo lo que una negociación seria intentaría lograr, una vía racional y práctica para una transición democrática.
La mayoría de los partidos políticos se están preparando para participar, sus bases se lo están exigiendo y muchos dirigentes, sin dejar de presionar por las condiciones electorales. La política se define en la realidad y en su complejidad y en una especie de física del-poder. El gobierno no está caído, pero la oposición sigue, no se ha rendido, a pesar de amenazas, exilios y cárceles y está demostrando fuerza y voluntad de resistencia y aunque de manera insuficiente, que también es gobierno y tiene sus fortalezas: recursos financieros y económicos; apoyos internos y externos y quizás lo más importante, el descontento y el deseo general de un cambio de gobierno y políticas con sus respectivas oportunidades de progreso personal y colectivo. Es hora que entienda el régimen, que su proyecto es inviable e insostenible, los tiempos cambian, sólo les queda la represión y ésta también tiene sus límites. En la historia abundan los ejemplos y un marxista debe conocer la canción “cuando la tortilla se vuelva”. Mientras más dilaten la “solución” pacífica y democrática, peor para todos, incluidos ellos que aumentan sus riesgos y peor para el país. Apostamos por la locura y la destrucción o prevalece el sentido común. En lo personal, aspiro a lo último.