El término “Fuenteovejuna” ha sido utilizado para referirse a acontecimientos de naturaleza diferente, que en ocasiones guardan poco en común con la obra de teatro de igual nombre del afamado dramaturgo español del Siglo de Oro Félix Lope de Vega y Carpio.
Relata la historia de un poblado en el que el comendador abusa del poder y viola los derechos ciudadanos. Despunta el sentimiento de unión y protesta en una situación considerada ilegal, indigna e indebida. Y aunque algunos destaquen levantamiento de multitud frente a la injusticia, sólo en contados casos se trata de una acción violenta de autodefensa contra la barbarie, atrocidad y descomedimientos de un tirano arbitrario.
Se puede afirmar que en su lexicalización -en lingüística a la incorporación diacrónica en el léxico de elementos gramáticales complejos que, como compuestos, ganan valor semántico propio (…)- de la palabra “Fuenteovejuna” se destaca el carácter colectivo de los agentes, hechos descritos frente a otros asuntos y temas abordados como el honor, amor, extorsión, abusos sexuales o tortura. Quizá el trabajo más universal de Lope de Vega. Narra lo acaecido en tiempos de los Reyes Católicos, contra un regente, soberbio y corrupto que abusaba de su autoridad, robaba rentas y encarcelaba a los ciudadanos.
No pudo el rey saber quién lo mató, los ciudadanos se pusieron de acuerdo para ser impenetrable unidad y no serviles delatores ni altaneros cobardes. Al Comendador lo asesinó Fuenteovejuna, majestad, no uno u otro. No es tiempo de seudo-dirigentes, débiles morales, discapacitados éticos, politiqueros con cultura populista y partidos políticos en busca de saciar egos, impresionar lucimientos y rebuscar “espacios”. Es época de un compromiso claro, firme de unidad y dirección política, de articulación estrecha, preciso ritmo estratégico, de valentía y coherencia. Juntos son más fuertes que cada uno por su cuenta.
El mundo -equivocado o no, para bien o mal- decidió quien representa la libertad, democracia, legitimidad y en consecuencia bienestar para esta Venezuela de grandes despliegues que no logran derrotar a los robinjudes de la droga y narcotráfico. Lamentablemente no supieron estar a la altura de la tarea encomendada, puede caernos mal, o ser ya un botín que los partidos empiezan a entender no podrá disfrutar, porque serán perseguidos por delincuentes y malhechores.
Cada cosa a su tiempo y éste -aun- es turno interino, guste o no, ahora demacrado, sin legitimidad y desmejorado de autoridad interna, parezca o no un líder que, de paso, da la impresión no pretende serlo. Al oficialismo el disfraz se le desploma, descubriendo su verdadera identidad, el país está enfermándose, muriendo, perdiendo empleos, extinguiéndose en la miseria mientras los que siempre lideraron la rebeldía, hoy parecen ahogarse en sus vasos de agua.
Es hora que dejen de rumiar sus propios fracasos y sean atados a un propósito común. Puede que los venezolanos no los elijan, son paladines del embuste, negociación, complicidad y fiasco, no tienen consistencia moral ni la ética necesaria. Todo a su tiempo, y el de ahora es salir de la tiranía mísera e ignominiosa castrista; de milicianos que no tienen idea de ser militares y castrenses que no pueden ser triunfadores, aunque posean cazas chinos y fusiles rusos.
Lo fundamental, que sean Fuenteovejuna, no tránsfugas solapados ni narcisistas resentidos, que se unan en amalgama fuerte para recuperar la libertad, democracia y comenzar la reconstrucción de la nación. Lo que podrían hacer de inmediato, es iniciar el ejercicio democrático a lo interno de sus partidos; permitir ascenso y entrega de banderas a nuevas generaciones, porque los veintidós años de tragedia oficialista chavista también han sido décadas de derrotas colaboracionistas para los usurpadores jefes partidistas.
Hay en ellos, sin duda, ciudadanos luchadores, preparados, con musculatura personal e intelectual para vencer retos y arrebatar gallardetes, no obstante, son minoría y quienes se apropiaron indebidamente de la representación, optaron por la complicidad de negociados y comodidad cohabitadora. No tuvieron la fuerza ni el valor necesario, prefirieron el acomodo y se acomodaron.
Ya es hora de que el oficialismo se vaya, diga adiós a quienes tanto daño hizo, pero también de relevos en la verdadera, autentica e indiscutible oposición, sincera, coherente, inteligente y eficaz, una Fuenteovejuna venezolana.
Que seguirá siendo interpretada de diferentes maneras. Para unos representa nuestra especie de Les Misérables español por su carácter heroico, para otros un ejemplo de violencia. Lo cierto es que, nunca podrá desprenderse de connotaciones positivas y negativas, de izquierdas y derechas; de su imagen como símbolo de la justicia y unidad nacional o como ejemplo del fracaso del sistema y de la venganza más atroz.
Todos a una por la libertad, no una para cada cual.
@ArmandoMartini