Haciendo un balance de las acciones de lado y lado se pudiera llegar a la conclusión que hay un estancamiento, el gobierno de Maduro ya ha anunciado que no tiene previsto discutir un cronograma electoral que incluya la elección presidencial y no da ninguna garantía para la realización de un revocatorio, porque ni siquiera se sabe cuando se cumple la mitad de período de su presidencia ilegitima, el Tribunal Supremo de Justicia del régimen no se ha pronunciado, porque esa es una de las cartas que tienen bajo la manga si las cosas se ponen difíciles y se ve obligado a renunciar, por presión o por los resultados de un eventual revocatorio, en cuyo caso dependiendo de la fecha que decidan según la Constitución de 1999, si se ha cumplido un día más de la mitad del período podría sucederle el que ocupe el cargo de Vicepresidente para terminar el sexenio de gobierno sin necesidad de convocar una elección presidencial, el sucesor o la sucesora para culminar el período bien podría ser la primera combatiente Cilia Flores o cualquiera que sirva para un enroque, en donde Nicolás Maduro podría ser designado Vicepresidente quedando todo en familia. Recordemos que esa jugada no es nueva, Vladimir Putin en Rusia la realizó y ejerció como vicepresidente sin soltar las riendas del poder, mientras el Presidente designado no pasaba de ser un jarrón decorativo cumpliendo trabajos protocolares, en Venezuela el General Gómez nombró Presidentes que no mandaban ni en su casa, que elegía un Congreso similar a la actual Asamblea Nacional de Maduro mientras desde Maracay mantenía el poder con puño de hierro.
Por su parte Guaidó está realizando esfuerzos para reconstruir la unidad y recuperar la confianza y el liderazgo que ha perdido por el desgaste natural que ha sufrido por no concretar el cese de la usurpación que no es nada fácil, como demócrata tiene que insistir en la vía electoral pero con condiciones confiables, porque como dice Carlos Alberto Montaner, aceptar participar sin reglas claras y verificables en una elección convocada por Maduro es cometer suicidio político y la verdad no le veo cara de suicida a Guaidó, por mucho que le insistan que se lance a un abismo electoral sin garantías ni condiciones porque el descontento es mayoría.