Es público y notorio que eso ocurre en China, y por supuesto en nuestro país, desde que Chávez proclamó que su principal objetivo era conseguir la hegemonía comunicacional.
Vemos lo que está sucediendo en la España de Sánchez, donde los medios públicos han sufrido una intervención mayor por parte del gobierno, para que se conviertan en la expresión pública de la política oficial.
En los EEUU, particularmente bajo la administración Trump, fue notoria la animadversión del presidente contra los medios de comunicación que no estaban de acuerdo con su proceder político y por eso él usaba las redes sociales como su instrumento de comunicación para denigrar de ellos.
En la Rusia de Putin los medios están abozaleados y prácticamente no le brindan espacios a la oposición.
En Colombia y en Perú, de llegar a triunfar las tendencias parecidas a lo que hoy existe en nuestro país, la primera víctima serán los medios de comunicación, eso es seguro.
Para que la democracia pueda sobrevivir se requieren medios de comunicación diversos, que expresen distintas visiones ideológicas. No como scede aquí, donde un alto funcionario del régimen puede con total tranquilidad, expropiar para sí las instalaciones del diario El Nacional, uno de los baluartes del periodismo venezolano.