Con su triunfo el domingo en el Campeonato de la PGA a sus 50 años, el golfista estadounidense Phil Mickelson logró el mayor hito de una brillante carrera que llegó a ser opacada por el dominio de su gran rival, Tiger Woods.
Si Woods alcanzó en 2019 su decimoquinto ‘Major’ con una espectacular reaparición en el Masters de Augusta, Mickelson se hizo el domingo con un lugar propio en la historia del golf como el ganador más veterano de un torneo de Grand Slam.
Víctima muchas veces de las comparaciones con Tiger, Mickelson nunca ha sido número uno mundial pero en su carrera, que se extiende por cuatro décadas, ha ganado seis trofeos ‘Majors’ que le igualan al inglés Nick Faldo y al estadounidense Lee Trevino.
Nacido el 16 de junio de 1970 en San Diego (California), el golfista zurdo se crió en Scottsdale (Arizona), donde su padre, piloto naval, y su madre vieron como se aficionaba por el golf con solo tres años.
A esa edad su abuelo materno comenzaba a llevarle al campo de Pebble Beach (California), donde ejercía de caddie.
En la universidad ya se convirtió en una estrella al ganar tres campeonatos nacionales con Arizona State y conquistar en 1991 el Northern Telecom Open, el último trofeo de PGA en manos de un amateur.
En 1992 ‘Lefty’ (Zurdo), el apodo con el que se le conoce, se hizo profesional y comenzó a engordar su palmarés pero tuvo que esperar 13 largos años para imponerse en su primer Grand Slam, el Masters de Augusta de 2004.
En aquel momento Tiger, su feroz rival y después amigo, ya sumaba ocho de sus 15 ‘Majors’.
– Seis ‘Majors’, una asignatura pendiente –
Enfundado en su primera chaqueta verde, Mickelson disfrutó de sus mejores años ganando el Campeonato de la PGA en 2005 y otros dos Masters en 2006 y 2010. En 2009 vivió su triunfo más emotivo en el Tour Championship dedicándoselo a su madre y su esposa, que estaban peleando contra un cáncer de mama.
En 2013 se impuso en un tercer ‘Major’, el Abierto Británico, pero también terminó, por sexta y última vez, en segunda posición del Abierto de Estados Unidos, su gran cuenta pendiente para completar el Grand Slam en su carrera.
“Ganar el Abierto de Estados Unidos ha sido un sueño difícil de alcanzar durante toda mi vida y he estado cerca de conseguirlo muchas veces”, dijo Mickelson, que el próximo mes hará un nuevo intento en su natal San Diego.
Su relación de amor y odio con este Grand Slam ha vivido momentos surrealistas como cuando fue penalizado en 2018 por golpear por segunda vez una pelota en el green cuando aún estaba en movimiento.
“Cometí un gran error y ojalá pudiera retractarme, pero no puedo”, lamentó entonces.
Pasaron cinco años desde el triunfo en el Abierto Británico hasta que Mickelson logró otra victoria en el circuito, el WGC Mexico Championship de 2018, y un año después logró su último trofeo hasta el de este domingo, precisamente en Pebble Beach.
Desde entonces se involucró en otras actividades, como varios partidos benéficos millonarios junto a Tiger Woods y otras estrellas del deporte estadounidense, como Tom Brady y Stephen Curry.
También comenzó a jugar en el circuito de veteranos (Champions Tour), pero sin dejar de competir semana a semana en la PGA.
“Estoy pegando algunas bombas muy locas. Todavía tengo velocidad y le pego igual de lejos. No hay razón para que no pueda jugar aquí”, respondía Mickelson cuando se le preguntaba por una posible retirada.
Sin embargo, pocos esperaban ya a ‘Lefty’ en una pelea por un Grand Slam hasta su exhibición de esta semana en Kiawah Island (Carolina del Sur), donde esta vez la multitud rugió y se emocionó con su triunfo. | Por Guillermo Barros / AFP