Mason Mount se vistió de Kaká. En el minuto 42 de partido levantó la mirada y filtró un balón para que Kai Havertz definiera ante Ederson, como hizo 16 años antes Kaká, en una de las mejores asistencias de la historia de las finales para surtir a Hernán Crespo.
En la final de 2005, Kaka dio un pase maravilloso a Crespo, que marcó el 3-0 para el Milan ante el Liverpool, pero de poco le sirvió al equipo italiano porque el conjunto inglés remontó en la segunda parte y ganó el título en los penaltis.
Este sábado, el joven inglés, el mejor en la temporada de los ‘Blues’, se quitó la etiqueta de ojito derecho de Frank Lampard para labrarse una personalidad propia y acabar reinando en una final de la Liga de Campeones. Ya sin el maestro a su lado.
Sí, Lampard le ayudó a crecer. Le llevó de la mano en el Derby County y le nutrió de galones en el Chelsea, pero no fue hasta la marcha del icono, y ya con Thomas Tuchel en el banquillo, cuando Mount rompió el techo.
Su pase a Havertz despedazó el sistema de Pep Guardiola e inclinó una final llamada a ser táctica con un toque magistral, como el de Kaká en Estambul, pero sin la desazón de una remontada final.
Mount sí abrazó la ‘orejona’, consagrándose como la próxima gran estrella inglesa, brillando por encima de Phil Foden, imponiéndose en las quinielas a ser titular en la próxima Eurocopa con los ‘Tres Leones’.
La personalidad de las estrellas la demostró un chico de 22 años nacido en Portsmouth y desarrollado por las cesiones y una sanción sin fichar al Chelsea que obligó al equipo a tirar de canteranos. Una sanción que se tornó en milagrosa para sacar del ostracismo a Mount.
“Había perdido dos finales en mi carrera con el Chelsea y eso duele muchísimo. Desde que era un niño lo que quería era conseguir trofeos y aquí estamos”, apuntó Mount, al borde de las lágrimas tras levantar el título de campeón.
EFE