En las guerras, como la venezolana, los que luchan intentan dispersar los temas de conversación y distraen las memorias mientras permanecen agazapados en las trincheras. Yo lo haré, dispersaré los temas. La redundancia de rabias, frustraciones y tristezas no mejoran ni mejorarán en el corto plazo. La nueva negociación es una farsa: ¿de cuándo acá un criminal de lesa humanidad cede o negocia? ¿Qué negocia?
En esta ocasión la tiranía tampoco cederá y la negociación será una farsa: ni habrá elecciones libres, ni mucho menos justas o transparentes. Habrá, repito: más rabia, frustración y tristeza.
Cambiemos de tema, hablemos de arte.
Más allá de Van Gogh
Ayer visité la exposición audiovisual “sumergida” (del inglés immersive) del pintor holandés Vincent Van Gogh. Les llaman “sumergidas” porque uno se hunde en la obra del autor, habita sus trazos, recorre su color, camina por el esplendor de sus paisajes, cielos, flores y autorretratos. A los pocos segundos de haberme anegado en esa experiencia a un tiempo fascinante e hipnótica, pensé, siempre me pasa, en Venezuela.
¿Qué maravilloso habría sido si el país no hubiese sido devastado por la peste chavista y hubiésemos tenido la posibilidad de hacer una “sumergida” de Jesús Soto en el parque del Este?
Cambiemos de tema, hablemos de historia.
Biografía de poder
En este momento estoy leyendo una recopilación de biografías cortas del historiador mexicano Enrique Krauze, maestro referencial de mi juventud y aún de estos días. El libro se llama “Biografía del poder” que relata la historia de México de principios del siglo XX narrada a través de una casi novelada memoria de sus protagonistas, entre los que se encuentran los míticos Pancho Villa y Emiliano Zapata y los ingratamente olvidados Madero o Carranza, entre otros.
Si no lo han leído, sumérjanse en él porque de principio a fin pensarán en Venezuela y la urgencia capital de luchar para liberarla. No hay manera de derrocar a una tiranía sin combatirla.
Cambiemos de tema. Hablemos de cine.
El Primer Americano (The First American)
En Amazon Prime me encontré un documental dramatizado sobre George Washington, quizá uno de los hombres más insignes de la historia de la humanidad. Me sumergí en el documental para entender las causas del fracaso opositor venezolano en su esfuerzo por liberarse de la tiranía chavista. Lo entendí inmediato: nos han faltado varios Washington o al menos uno con el talante necesario para luchar y liberar a Venezuela como se liberan a las naciones: ¡luchando!
Jefferson, Adams, Hamilton, Madison, Franklin, entre muchos otros señalaban que el mejor y más admirable espíritu de su generación era George Washington. Así sería. ¿Quién es el nuestro?
Cambiemos de tema. Hablemos del mar.
South Beach
Entre la frustración, la rabia y la tristeza, siempre encuentro un mar que los ahogue y revitalice la frescura, la paz y la esperanza. En esta ocasión fueron las inauditas playas de South Beach las que recogieron mi venezolanidad dispersada en arte, historia y cine. Ahí me sumergí para entender que aunque lo intentemos mil veces no podremos jamás –los desterrados– cambiar de tema, lo nuestro es permanentemente Venezuela. South Beach me hizo comprender que toda memoria nos lleva a ella.
Nos toca errar en el destierro, pero el amor y la devoción están intactos. Al menos en mi caso, no hay cambios. Llevo 10 años fuera del país, pero en mi pecho está “sumergido” su nombre, su color, su trazo, su aroma, su aire y su cielo.
Cambiemos de tema. Hablemos siempre de Venezuela.