Este sábado, en horas de la tarde, Silvestre Reynaldo Quiroz, un almacenero de 35 años de la localidad bonaerense de San Justo, en La Matanza de Argentina, fue brutalmente asesinado por un cliente que lo atacó con un nunchaku y una cuchilla ante la vista de todos los vecinos y su familia.
Por Infobae
El violento episodio ocurrió este sábado en el almacén que Quiroz, de nacionalidad boliviana, tenía sobre la calle Parral al 3400, entre Pampa y Derqui, en el partido de La Matanza. De acuerdo al relato de testigos y familiares del comerciante asesinado que presenciaron el crimen, todo comenzó con una discusión entre Reynaldo y Matías Andrade, un joven de 29 años, vecino de la zona y cliente habitual, que ingresó al local en un evidente estado de ebriedad y quiso irse sin pagar con dos latas de cerveza.
Lo que sigue quedó registrado en las imágenes de una cámara de seguridad cercana: Reynaldo enfrentó al joven, que, al ser increpado por el comerciante extrajo de entre sus ropas un nunchaku -un arma utilizada en artes marciales que consta de dos barras unidas por una cadena o cuerda- y golpeó varias veces en la cabeza al almacenero, que corrió hacia la calle para escapar del agresor.
A los pocos metros, sin embargo, Reynaldo cayó al suelo gravemente herido y, en ese momento, Andrade tomó una cuchilla y lo apuñaló en la cabeza y otras partes del cuerpo ante la mirada atónita de varios transeúntes y de Hilaria Becerra, pareja de la víctima y madre de las dos hijas que tenían en común, que presenció todo el ataque.
“Mi marido se escapó y lo corrió”, relató la mujer durante una manifestación junto a vecinos en reclamo de Justicia por el crimen de su marido. “Mi nena chiquita estaba afuera y lo vio todo. La metí a rastras dentro del negocio porque quería venir conmigo”, contó entre lágrimas en diálogo con TN.
En ese momento, como la ambulancia no llegaba, un vecino ayudó a la mujer y al hermano de Reynaldo -también dueño de un comercio cercano– a cargar al hombre en un auto particular y lo trasladaron de urgencia al Hospital Balestrini de Ciudad Evita, donde finalmente falleció tras una operación a causa de la gravedad de las heridas.
“Un cliente me avisó que mi hermano estaba tirado en la calle. Cuando llegué estaba todo ensangrentado y pensé que alguien lo había chocado”, contó el hermano de Reynaldo. “Lo ingresaron rápido en la guardia y no lo pude ver más. No pude salvarlo”, se lamentó.
Mientras tanto, gracias al relato de los testigos, efectivos de la Comisaría 1° y del Comando de Patrullas que se trasladaron hasta el lugar por un llamado al 911, lograron detener a Andrade cerca del lugar del ataque, luego de que intentara escapar en dos autos robados, sin éxito.
Según confirmaron fuentes policiales a Infobae, el joven, que iba vestido con un pantalón gris y una campera azul, amenazó con la cuchilla ensangrentada a un hombre de 53 años en Rafael Castillo y le robó una camioneta Volkswagen Suran negra, que abandonó junto con el arma blanca en la esquina de Peribebuy y Coronel Lynch, donde luego volvió a robar otro auto, un Renault Megane, a un hombre de 66 años.
Finalmente, tras un operativo cerrojo de la Policía Bonaerense, fue capturado en el barrio San Alberto. Tenía golpes en la cara y sangre en la ropa.
Andrade se negó a declarar ante el fiscal Gastón Bianchi, de la UFI Nº 3 descentralizada de San Justo, que le imputó los delitos de homicidio agravado criminis causae y robo calificado por el uso de armas en dos hechos. Al confirmarse la muerte del comerciante, la causa quedó en manos de la Fiscalía especializada en Homicidios de La Matanza, a cargo del fiscal Marcos Borghi, que ordenó la realización de la autopsia al cuerpo de Quiroz.
Los amigos, familiares y vecinos de Reynaldo lo despidieron en redes sociales. “Reynaldo, un papá, un trabajador, un hermano, un buen vecino. Lo mató un cagón de los modernos que se drogan y le clavó siete puñaladas después de llevarse dos cervezas de su almacén”, señaló un vecino y cliente del almacén. “La historia se repite una y otra vez. Una persona muerta, una familia destrozada y tres hijos sin su padre. Qué más tiene que pasar para reaccionar y volver a tener una vida digna. Un beso al cielo, Rey, y gracias por pasar por mi vida”.
Hilaria, su esposa, cambió su foto por una de su marido y lo despidió con un mensaje breve: “Vuela alto, mi amor”.