Hunter Biden, el polémico hijo del presidente estadounidense, Joe Biden, pondrá a la venta sus pinturas en una galería de Nueva York con precios que oscilarán entre los 75.000 y los 500.000 dólares, según informaron medios en Estados Unidos.
La Casa Blanca, que este viernes confirmó las informaciones, ha ayudado a redactar el contrato con la galería por el cual las adquisiciones serán confidenciales y ni siquiera el propio Hunter conocerá el destino de sus piezas.
Este anonimato responde a un intento de la Casa Blanca de evitar cuestiones éticas que pudieran surgir de que Hunter, envuelto en controversias en el pasado, venda piezas de arte con un valor altamente subjetivo.
El contrato con la galería también estipula que el propietario, George Bergès, rechazará cualquier oferta superior a los precios estipulados o que considere sospechosa.
Todo esto con el objetivo de que las piezas no caigan en manos de personas o entidades con intención de influir sobre el Ejecutivo de Biden o ganar favores, como “lobistas” o gobiernos extranjeros.
La portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, dijo a periodistas este viernes que el sistema ofrece “garantías razonables”.
“Tiene derecho a seguir una carrera artística, como cualquier otra persona hijo de un presidente, tiene derecho a seguir una carrera”, justificó la portavoz.
Sin embargo, el mero hecho de que el hijo de un presidente sin experiencia previa en el mundo del arte ponga a la venta pinturas por estas cantidades y que se trate además de Hunter Biden, garantiza que acarreará controversia en Washington.
El expresidente estadounidense Donald Trump (2017-2021) utilizó al segundo hijo de Biden como arma política durante la pasada campaña electoral y pidió una investigación en su contra.
Lo cierto es que cuando Biden era vicepresidente de Barack Obama (2009-2017) y estaba a cargo de la política para Ucrania, Hunter fue contratado como directivo por la energética ucraniana Burisma, también sin experiencia previa en el sector.
El abogado Richard Painter, jefe de ética durante el Gobierno de George W. Bush (2001-2009), sostuvo al The Washington Post que la venta de arte es “realmente una mala idea”.
“La reacción inicial que va a tener mucha gente es que (Hunter) está capitalizando el hecho de ser el hijo de un presidente y quiere que la gente le dé mucho dinero. Quiero decir, esos son precios tremendamente altos”, aseguró.
Por su parte, el jefe de la Oficina de Ética del Gobierno entre 2013 y 2017 bajo la Presidencia de Obama, Walter Shaub, afirmó que el anonimato hará que “no haya manera de controlar si la gente está comprando acceso a la Casa Blanca”.
Además, los curadores de arte consultados por el Post coinciden que los precios estipulados por las pinturas son muy altos.
“Nadie empezaría nunca con estos precios”, aseguró Marc Straus, dueño de una galería de arte en Nueva York, que añadió que las pinturas “no están nada mal, pero hay una enorme distancia entre lo que no está mal y algo fabuloso”.
Por su parte, el experto Scott Indrisek definió las pinturas como “arte de hotel”. “Es el arte -añadió- más anónimo que puedo imaginar. Está en algún lugar entre un protector de pantalla y si simplemente buscas en Google ‘abstracción de mediados de siglo’ y combinas todo lo que surja”.
Tras mantener un perfil bajo durante la campaña electoral de su padre, blanco de los ataques de Trump y los republicanos, Hunter publicó a principios de año un libro sobre su adicción pasada a las drogas.
EFE