En febrero de 1994, en la revista de espectáculos inglesa The Stage, apareció un aviso publicitario que iba a cambiar la industria. El aviso en sí era convencional. Una convocatoria, como tantas otras. “¡Buscadas! Chicas de 18 a 23 años que sepan cantar y bailar. Piolas, extrovertidas, ambiciosas y dedicadas. Heart Managment es una productora exitosa y ampliamente conocida que está formando un grupo exclusivamente femenino para grabar un disco. Canciones y grandes coreografías. Audición abierta. En Balderton 16. el 4 de marzo de 10 a 17.30 hs. Por favor traer cassette o partituras para el acompañamiento musical”.
Por infobae.com
El 4 de marzo de 1994 a las 10 de la mañana, 400 chicas esperaban en la calle. La fila era extensa pero manejable. Peinados trabajados, mucho maquillaje, ropa llamativa pero cómoda para poder bailar. Sobrevolaba la excitación. Se escuchaban gritos y risas nerviosas. Las más tensas, como siempre ocurre en estos caso, eran las madres que las acompañaban: sus deseos (y frustraciones) se ponían en juego en cada uno de estos castings.
Pasó lo que ocurre siempre en estos procesos. La primera criba fue muy sencilla. Los que no tienen condiciones quedan muy expuestos y los que ofician de jurado no enfrentan mayores dilemas. Lo difícil vino después, cuando están nada más que las talentosas. Sólo tenían que quedar cinco.
Los grupos de hombres, desde la irrupción de Boys II Men y sus records en la cima de los rankings, venían arrasando. Los Girl Groups habían tenido éxito en los sesenta, desde las Shirelles hasta The Supremes con Diana Ross. Eran formaciones con un virtuosismo vocal excelso que jugaban con la sugerencia y el encanto, con un mensaje que encajaba a la perfección en esa sociedad: canciones de amor, de mujeres que esperan, que se sacrifican por los hombres amados. Otras formaciones femeninas tenían como público a los hombres, seducidos por las figuras de esas mujeres en el escenario. Sin embargo, el objetivo de los productores que tenían en mente este proyecto era más ambicioso. Ampliar la base de fans, dirigirse indistintamente a un público en el que no sea necesario separar los géneros. El target eran niños y adolescentes en general. Esa idea que hoy parece básica, tener en claro esa cuestión desde el principio, fue uno de los grandes aciertos para que el producto prosperara.
Bob y Chris Herbert, padre e hijo a cargo de Heart Managment tuvieron la idea de explotar ese segmento del mercado. La lógica fue simple: ¿Por qué si funcionaban los grupos de chicos, no lo iban a hacer los de chicas? La idea no era revolucionaria, ni siquiera novedosa. La diferencia sólo la podía hacer el trabajo.
El casting fue exhaustivo. Necesitaban que el grupo fuera variado y que cada una de las chicas pudiera cantar y bailar. Luego comenzó el entrenamiento. Estuvieron meses trabajando. Ensayando canciones compuestas para ellas, que luego no vieron la luz. Los Herbert bautizaron su creación: el grupo se llamaria Touch.
Las elegidas fueron: Michelle Stephenson, Victoria Adams, Melanie Brown, Geri Halliwell y Melanie Chisholm. Mel B los deslumbró cantando de Greatest Love Of All de Whitney Houston; Mel C cantó un tema de las Pointer Sisters, mientras que Victoria eligió uno de la película Cabaret. Geri no había podido ir a la primera audición; se había insolado en una viaje a las playas españolas. Pero consiguió que hicieran una excepción y la vieran posteriormente. Quedó seleccionada de inmediato. Melanie C., por el contrario, tuvo que ausentarse de la prueba final; una amigdalitis le impedía cantar. Pero tuvo suerte, la quinta elegida se arrepintió a último momento y se bajó del proyecto. Mel C ocupó su lugar.
Como prueba final, los productores las llevaron a un estudio de grabación y dejaron que un clásico moderno oficiara de obstáculo final. En esa jornada grabaron como grupo e individualmente Signed, Signed and Delivered, I’m Yours de Stevie Wonder. Al escuchar el resultado final supieron que la agrupación tenía futuro aunque ninguna ostentara un talento sobrenatural. Entre ellas había algo indefinible, un aire de triunfo y frescura que las hacía sonar y ver parecido a otras tantas pero. al mismo tiempo, diferentes.
Las Spice Girls tuvieron también a su Pete Best, a la integrante que salió del grupo justo antes de la explosión mundial. Michelle Stephenson había obtenido las puntuaciones más altas en el proceso de selección. Fue una de las cuatro que estuvo encerrada trabajando en una casa inglesa durante todo 1994. Una de las integrantes de Touch. Los productores confiaban en ella y no habían tenido dudas al elegirla. Desde el principio vieron su potencial. Pero la convivencia con el resto se hizo difícil. Michelle no respetaba las rutinas y su vocación de destaque personal alteraba equilibrios. La despidieron porque no se ajustaba a los tiempos y a la dinámica de trabajo. Falta de compromiso adujeron los productores. Ella dio otra versión. Dijo que tuvo que ir a cuidar a su madre a la que le habían diagnosticado cáncer de mama y que los Herbert no habían mostrado la humanidad necesaria. Después grabó unos pocos discos, presentó videos en algún canal musical y participó en varios realitys televisivos. Michelle Stephenson es la Spice Girl que no fue.
El coach vocal fue el encargado de buscar el reemplazo. El grupo debía tener cinco integrantes. Las primeras propuestas fueron rechazadas. Alguien pensó en volver la mirada hacia los castings iniciales para hallar a la cantante buscada. Cuando estaban reviendo a las chicas que habían dejado de lado, el coach vocal trajo la solución: Emma Bunton.
Mientras tanto las chicas progresaban. Bailaban y cantaban con gracias y solvencia. Se estaban animando a componer sus propias canciones. Hasta les organizaron una breve presentación ante ejecutivos de la industria discográfica para ir mostrando sus avances. Tomaban clases de baile, canto y composición. Esto las fue haciendo sentir más seguras y a reclamar mayor independencia y capacidad de decisión en las cuestiones creativas. Los Herbert se negaron. Ellas eran su invento.
La situación se tensó y los productores no tuvieron en cuenta varios factores. La industria ya estaba avisada del grupo que se estaba formando, lo que implicaba que hubiera otros interesados en producirlas. Además, las chicas no habían firmado contrato con Heart. Los primeros modelos eran leoninos, las negociaciones se extendieron y ellas, aconsejadas por el padre de Victoria Adams, decidieron no firmar hasta que las cláusulas del convenio resguardaran sus intereses. Las tensiones terminaron en ruptura. Simon Fuller las captó y les firmó contrato de inmediato.
Pero quedaba un problema por resolver. Los Herbert tenían en su poder los masters de las grabaciones que las chicas habían hecho hasta el momento. Entre ellas estaba Wannabe. Nunca quedó bien claro cómo que recuperaron las cintas. Pero la leyenda, alimentada por varias de las Spice -entre ellas Victoria en sus memorias-, habla de una misión nocturna digna de James Bond, en la que la osadía, la agilidad y la audacia les permitieron recuperar sus canciones.
Para ese entonces, ya no se llamaban Touch. Una de sus nuevas canciones la titularon Spice. Les gustó el nombre y se rebautizaron. Pero apareció un nuevo problema: un rapero ya se llamaba así. La solución vino de la vida cotidiana. En las charlas posteriores a sus presentaciones privadas que Fuller organizaba para seducir a las discográficas, se las mencionaba como las Chicas Spice (las Spice Girls). Al descubrir eso, se dieron cuenta que ya tenían nombre definitivo.
La puja la ganó Virgin. Las Spice consiguieron un contrato millonario por cinco discos. Era julio de 1995. Todavía faltaba un año para la explosión. Parecía una apuesta audaz. Cinco desconocidas, un producto de diseño, en un mercado que se mostraba hostil para esas fabricaciones.
Un cuarto de siglo atrás, en julio de 1996 apareció Wannabe, el primer single de la banda. Si bien en las radios tardaron unos días en acostumbrarse, cuando se le agregó imagen todo cambió. El video -filmado con una sola cámara que las seguía por todo el plató- venía rotando hacía unas semanas. Su impacto fue inmediato. La canción llegó al número 1 en Inglaterra, en Estados Unidos y en otros cuarenta países. Todo el mundo, literalmente, hablaba de estas cinco chicas.
No suele suceder. Las fórmulas por lo general fracasan. Aquello que tiene éxito, y mucho más si es extraordinariamente masivo, se produce por una especie de alquimia, por la combinación de elementos inesperados que dan como resultado algo totalmente diferente a lo planificado. Acá no sucedió eso. Se aplicó la fórmula, se la trabajó y funcionó extraordinariamente bien, superando las expectativas y las ambiciones de los productores, porque nadie puede predecir un fenómeno.
Una inmensa operación de marketing que funcionó a la perfección. De todas maneras, no sólo se trató de eso. Hubo un entendimiento de su tiempo. Nació como reacción a los grupos de varones (Boys II Men, Take That) pero asumió cada una de las posibilidades que se le presentaron. Eran tiempos en el que un grupo puramente pop no tenía el duelo ganado de antemano. El hip hop se había instalado con fuerza, el grunge y el britpop habían tomado la escena. La apuesta de las Spice debía ser muy ajustada para poder encontrar su lugar. No sólo lo hizo sino que dejó sin lugar a muchísimos otros. A partir de ellas durante años proliferaron los imitadores y los grupos basados en sus ideas más de negocios que musicales.
La música era pop pero incorporaba elementos de otros géneros. Y un mensaje: el Girl Power. Nada complejo ni demasiado profundo pero efectivo y contundente. No era combativo pero si positivo y bastante estimulante. El grupo naturalizaba que eran chicas que la pasaban bien, que triunfaban, que lo hacían a su manera y se apoyaban en sus amigas: If you wanna be my lover, you gotta get with my friends” (“Si querés ser mi amante, tenés que llevarte bien con mis amigos”). Un mensaje en el que se valoraba la amistad, la diversidad y la libertad. Tanto es así que el grupo y sus temas fueron tomados como banderas por las agrupaciones LGBTQ+.
El disco, llamado Spice, recién apareció en noviembre. A su altura ya eran las artistas más importantes del momento. Se presentaron en vivo en un espectáculo navideño. La concurrencia fue de 500.000 personas. El productor no sólo pensaba en el lanzamiento, los videos, la frecuencia de la salida de los singles y las apariciones televisivas. En pocas semanas consiguió acuerdos comerciales con las empresas más importantes del mundo que se peleaban por ser sponsors de las Spice Girls. Gaseosas, indumentaria, chocolates, tecnología: cualquier rubro quería quedar asociado a las cinco chicas.
Esta ola de fanatismo no tardó en ser comparada con la Beatlemania. Pese a las evidentes diferencias artísticas, había histeria, ventas millonarias, tapas de revistas, pósters en las habitaciones y un afán de emulación.
El nombre fue sencillo: Spicemanía. Y a las chicas se las empezó a llamar como las Fab-5.
¿Cuántos productos pueden salir de un grupo musical o asociarse a él? Las Spice demostraron que innumerables. Hicieron el tour de force de los grandes éxitos musicales: disco, giro, libro, revistas y hasta película. Pero las cinco chicas aparecieron también en sachets de leche, cajas de hamburguesas, caramelos, chocolates, figuritas y hasta implemento tecnológicos. Fueron también una colección de Barbies. Esas muñecas se convirtieron en el juguete más vendido en el Reino Unido durante 1997.
No eran sólo cinco cantantes hermosas con aptitudes para el baile. Eran personajes que el público adoptó -los más chicos, pero también los grandes: si no hay transversalidad es imposible un éxito de esas dimensiones-. Cada una con su apodo, su propia personalidad y su imagen: Posh, Ginger, Baby, Scary y Sporty.
El primer álbum y Wannabe se convirtieron en el disco y el single más vendido de un grupo femenino de la historia. Casi 40 millones de copias en todo el mundo. Las Spice batían todos los récords posibles. Con el paso de los meses el huracán fue amainando. El segundo disco vendió la nada despreciable cifra de 15 millones de unidades pero no fue lo mismo.
En 1998, después del segundo disco, Gerri Halliwel dijo basta. La cantante que había usado un vestido que se convirtió en uno de los atuendos más icónicos de la música moderna: el vestido con la Union Jack cruzándola (¿Los otros? el catsuit blanco de Elvis, los moptops y los trajes entallados de los Beatles, la parafernalia de Ziggy Stardust, el corpiño puntiagudo de Madonna). Gerri abandonó el grupo. Después de su ausencia en dos conciertos en Noruega, los rumores escalaron, hasta que se confirmó oficialmente la noticia. La versión oficial fue cansancio físico, necesidad de desenchufarse y de alejarse de las presiones del estrellato. Otros creen que su pelea con Mel B fue determinante, que había lugar para una sola de ellas. Fue la gran noticia de espectáculos del año. Como el público estaba interesado en el tema, los medios satisfacían sus deseos aunque no tuvieran siempre información fresca o confirmada, por lo que los motivos de la ida de Gerri quedaron sepultados bajo una pesado montaña de rumores, mitos y tergiversaciones.
Las otras continuaron actuando. El público siguió deseando consumir a las Spice Girls.
Pero el éxito fue tan abrupto y tan masivo, que erosionó las relaciones de manera muy veloz. Demasiado dinero, demasiada exposición, público y discográficos presionando a niveles inhumanos. Cada una, también, quería probar (se) que podían solas. Las carreras solistas, en sus mentes, parecían más redituables y promisorias que las coreografías y los espectáculos guionados con sus otras compañeras. Pero el público deseaba ver y escuchar a las cinco juntas.
En estos últimos años se han reencontrado en varias oportunidades. En 2007 fue la primera y exitosa reencarnación. Luego actuaron en el acto de cierre de los Juegos Olímpicos de Londres 2012. En 2018 anunciaron una nueva gira y presentaciones pero sin Victoria que ya hace años abandonó el Adams por su apellido de casada, Beckham. Cada uno de estos reencuentros fueron muy exitosos. El ansía por verlas se renovó en cada oportunidad.
Pasaron 25 años desde su irrupción. La frescura y la potencia de sus primeros temas y videos marcaron una época. Ahora, aunque parezca mentira, el sentimiento que provocan en sus fans es el de la nostalgia.