León Sarcos: ¿Atrapado sin salida?

León Sarcos: ¿Atrapado sin salida?

Nunca pensé que el final fuera tan sobrecogedor. El costo emocional y humano ha sido demasiado doloroso. Nunca avizoré que, habituado a la vida entera, mi imaginación prisionera me reservara un The End improvisado, donde el director sin libreto, por castigo, indolencia o venganza, cortaba la cinta y yo quedaba suspendido solo aferrado a la almohada, a la computadora o a unas hojas de cuaderno en las que llevo mis notas. 

Siempre pensé que después del domingo, cuando llegaba el agradable disfrute departiendo con mis familiares y seres queridos, tenía fuerzas renovadas para empezar de nuevo el lunes a romper los días y a esperar nuevos mañanas. Había tiempo para todo y en gratas evocaciones transcurrían horas de música, anécdotas, chistes, y ricos almuerzos, demasiadas escenas para representar e innumerables las opciones de bebidas para elegir.

La vida es arbitraria, dijo Cioran, y no sé si fue que me sacaron el país, al que yo daba por sentado como una vieja, sucia y querida alfombra, para enseñarme a volar con otros instrumentos o si yo conscientemente me recluí en un manicomio para evitar tener que tomar la opción de ser, ya en el otoño de mi vida, un viejo inmigrante sin casa, sin genealogía y sin destino, similar al Mc Murphy de Atrapado sin salida, que en busca de la libertad prefirió ir a morir en el nido del cuco antes que pagar consciente algunos años de cárcel.





Todo ha pasado tan abruptamente y es tan desalentador el resultado del quehacer del régimen, que a quien tenga por azar leer esta nota no quiero recordarle más sufrimientos de los que tenemos que enfrentar en el día a día. Siempre hay opciones, y yo elijo buscarlas, sin domingos felices y al costo que sea. Por eso quiero hacer una reflexión sobre el Qué Hacer, en momentos en que las fuerzas democráticas se encuentran en un gran dilema sobre si aceptar o no la participación en las elecciones para elegir gobernadores, alcaldes y asambleas legislativas. 

Quiero dejar claro, antes que nada —y ya lo expliqué razonadamente en otro artículo— por qué no debemos participar en ningún proceso electoral tutelado, dirigido y manipulado por un gobierno corrupto hasta los tuétanos y sin ningún tipo de escrúpulos para mentir, perseguir, encarcelar, torturar y matar a opositores y a los que no son también. Si las fuerzas de oposición cambiaran mayoritariamente el rumbo, posibilidad que ya se asoma, en lo que a mí respecta por ningún motivo me anotaré allí.

Entramos a una fase de la confrontación donde a ellos les quedan muy pocos recursos, a los cuales empezaron a echar mano desde hace tiempo: la manipulación de la opinión, la persecución, el chantaje, la violencia y transmitir la sensación de que ellos son siempre ganadores y la oposición débil y dividida, perdedores. Todo es montaje, nada es verdad, cada día son más débiles, cada día su estructura tiene más grietas, cada día tienen no solo menos que ofrecer, sino lo que es peor, nada que dar.

Solo que no se produce la unidad de las fuerzas democráticas y los manejos de la dirección no están enfocados en una estrategia única y el diseño de una organización no convencional, que con audacia e ingenio se replantee el trabajo directo con la gente y una manera de comunicar que utilice a las personas y las vocerías más influyentes y respetadas de barrios y urbanizaciones para alejar confusiones y manejos interesados de la información que buscan debilitar el mensaje opositor.

Los medios de comunicación públicos y privados están totalmente controlados por el régimen, por tanto, allí no pasa nada y eso está a la vista. Las redes están penetradas hasta la intoxicación por expertos en presentar mentiras como medias verdades y, convencido estoy, jode más una media verdad bien presentada que una mentira elaborada. Las mentiras y montajes como la última, de asociar a miembros de Voluntad Popular a la promoción y financiamiento de bandas delictivas, se caen por sí solas: resultan demasiado torpes, tan traídas por los cabellos que hasta los más incautos son capaces de desmontarlas en el mismo momento que se las menciona.

Son medias verdades, por ejemplo: Comité de DD. HH de la ONU pide a Cabo Verde suspender extradición del diplomático venezolano Alex Saab a los Estados Unidos. Primero, ese tal comité no tiene facultades para nada que obligue a la Justicia de Cabo Verde a tomar una decisión. Segundo, Saab no es diplomático venezolano.

Es media verdad, este titular: La disyuntiva de la UE y EE. UU sobre las elecciones en Venezuela. El sumario es más venenoso: El tema electoral ha sido la piedra en el zapato para que Washington y Bruselas avancen de forma más concreta hacia una oferta formal de dialogo con el Chavismo, aunque la opción no está totalmente descartada. Ni hay tal disyuntiva, ni fue ninguna piedra en el zapato. El único que tiene esa disyuntiva es el señor, asistente y continuador de ese idiota, llamado Rodríguez Zapatero: Josep Borrel

Esta, no es ni siquiera media, es una farsa total: Presidente Maduro, se reunió con la Organización Democrática de EE.UU. Esa tal organización no tiene a un solo demócrata o a un republicano, no menciona un solo nombre de los miembros de tal organización. Tal institución es solo una entelequia inventada para dar la sensación que la sociedad estadounidense también está abierta al Socialismo del siglo XXI.

El manejo que hacen los equipos del régimen de la información no puede negarse que cumple su cometido: confunde, enturbia, inquieta, desespera, agota a una opinión pública saturada de ver y sentir injusticias, atropellos, desmanes en la calle, en las gasolineras, en los dispensadores de comida, en los transportes colectivos y en todas las instancias donde tenga presencia la fuerza pública o la opinión gubernamental. Puedo decirlo de esta otra manera más simple y gráfica: entre mentiras, abusos y arbitrariedades cansa vivir.

Creo que estamos atrapados desde hace tiempo en las redes del Gobierno, mediante la violencia, la persecución y el supuesto delito político y el control también del Gobierno de los encierros graduales, que limitan la actuación política por la pandemia; la vacunación por goteo y a su capricho, y un orden totalmente arbitrario de cadenas nacionales que crean la sensación de un país que por lo menos marcha adelante pese a la oposición, a las sanciones y a las conspiraciones para desestabilizar al Gobierno y asesinar a su presidente. 

Esta parece más una guerra de inteligencia comunicacional que una lucha entre facciones políticas que tienen proyectos diferentes para dirigir el país. Desnuda la contienda de florituras, una batalla de intereses entre un grupo que trata por la fuerza hacerse dueño del país para hacerlo a su medida —tal cual lo hicieron los Castro y una camarilla de generales que se repartieron los negocios de Cuba y pretenden hacerlo los mandos militares nuestros mediante las ZODI y las REDI—, y del otro lado una mayoría abrumadora de gente bien intencionada y amante de la libertad, del trabajo, del bienestar, del estado de derecho y los valores democráticos, con sus excepciones —alacranes y otras especies de bichos perniciosos ya familiarizadas con la corrupción—, que se sostuvo coherente hasta las elecciones legislativas de 2015, pero en adelante sin un liderazgo unificado y una estrategia clara, inteligente y fácilmente asumida por el descontento popular, que es abrumador.  

No necesito botar por un gobernador o un alcalde cuerda floja, que será mandado a callar y hecho preso cuando al jefe del Gobierno le dé la gana, si es que las picadas de los alacranes no lo envenenan y corrompen antes de que llegue. Necesito votar el día que existan reglas claras y transparentes para elegir un presidente de la república, no usurpador, a una asamblea nacional, no fraudulenta y unos alcaldes, gobernadores y legislaturas, que no sean fruto del capricho del dictador y sus secuaces. 

Ya hace bastantes años, en 2009, cuando, estando la oposición al frente de las gobernaciones de Zulia, Táchira, Carabobo, Miranda y Nueva Esparta, el comandante eterno —con su quincalla ideológica y su delirante ignorancia, al decir del maestro Uslar Pietri—, sentenciaba para quitarnos la conquista más importante de la democracia, la descentralización, en uno de sus ataques de histeria, refiriéndose a Bolivariana de Puertos y Bolivariana de Aeropuertos: Serán escuelas de un nuevo código ético transparente que permita luchar contra tantos vicios enquistados en esos espacios y otros más: el contrabando, el narcotráfico, la corrupción y el compadrazgo. Ironías de la vida, especialmente para quien se transformó en el emblema más resaltante de la depredación de la riqueza y de la corrupción en el siglo XX y lo que va del XXI.

Ni uno solo de esos gobernadores tuvo la visión y los cojones para dejarse hacer preso; ninguno de ellos era un auténtico líder; todos sin excepción eran dirigentes. En las condiciones actuales, ¿en qué puede marcar pauta un gobernador o un alcalde para ejecutar una obra de gobierno con políticas publicas eficientes e innovadoras, que reivindiquen los valores democráticos en una dictadura? Todo es un absurdo que seguiremos pagando con creces los ciudadanos y nuestros herederos si juntos no detenemos este caos.

El tiempo cuenta para las fuerzas democráticas; es hora de activar a toda la militancia democrática a la participación en defensa de sus derechos, pero no a través de unas elecciones regimentadas y moderadas por los representantes del régimen. Debemos, quienes nos sintamos ciudadanos responsables para ejercer nuestros derechos, salir a hablar con la gente y organizarnos para una intensa y prolongada lucha de calle que algún día no muy lejano nos dará la Victoria.

León Sarcos, julio 2021