A Samuel Kanyon Doe le espera una década de gloria. El golpe militar que encabezó junto a un grupo de soldados liberianos ha sido un éxito. Con el apoyo de la CIA, ha secuestrado al presidente constitucional, William Richard Tolbert, a su hermano y a buena parte del gabinete de gobierno, a quienes manda fusilar en una playa de Monrovia.
Por La Nación
Es abril de 1980. Las fotografías de los fusilamientos dan la vuelta al mundo y, también, las imágenes de los funcionarios depuestos, desnudos, humillados, desfilando por las calles de la ciudad antes de ser ejecutados.
Pese a la condena internacional, los Estados Unidos avalan al primer gobierno militar de la historia de Liberia. Es la Guerra Fría y cualquier dictadura sangrienta puede aportar mejores resultados que un país alineado con la Unión Soviética.
Liberia, la Tierra de los Libres creada por la Sociedad Americana de Colonización a mediados del siglo XIX para devolver a los esclavos estadounidenses al África, ya no volverá a ser la misma, y ni el sargento Doe, ni quienes le devolverán las humillaciones diez años más tarde, lograrán frenar una guerra civil que se devorará al país cobrándose la vida de doscientas mil personas, entre las luchas tribales, los intereses del caucho y los diamantes.
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