La deportista de origen judio se vio privada de participar en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936 por órdenes de Hitler.
Por infobae.com
El Tercer Reich llegó a Alemania y el país bávaro estuvo bajo el mandato del máximo representante Nazi, Adolfo Hitler. Las políticas socio-políticas aplicadas durante la época fueron caracterizadas por el totalitarismo y la dictadura, además de los ideales racistas y ultranacionalistas. Esto último provocó que el destino se pusiera en contra de miles de personas de origen judio.
Hija de un empresario y nacida en 1914, Gretel Bergmann, alemana de nacimiento y de origen judio por sus padres, se crió cerca de la frontera con Suiza. Entre 1931 y 1932, la saltadora de altura arrasó con los títulos de la competencia en el sur de Alemania, se había convertido en una de las mejores del mundo y era una de las favoritas para que pudiera subir al podio en Berlín 1936.
Hitler ascendió al poder del Estado alemán en 1933. Sin embargo, en ese mismo año, Bergman fue expulsada del club de atletismo por alusiones directas a su origen judío. Debido a las problemáticas que se avecinaban, la atleta huyó a Londres.
Una vez instaurada en Inglaterra, se convirtió en campeona nacional en 1934 y 1935. Dicha hazaña recorrió distintos medios de la época y Bergmann se convirtió en un símbolo de antisemitismo nazi. Ante dicha situación, Hitler y su régimen temían porque se llevase a cabo alguna idea de boicot estadounidense en los Juegos Olímpicos, en sus propios juegos, en su casa y con su gente.
A pesar de la situación política, Alemania intentó apaciguar la inquietud e invitó a la saltadora de altura a volver a su país con la promesa de participar en los campeonatos. Por lo tanto, Gretel aceptó.
En el regreso a su país natal, Gretel batió el récord nacional de 1.60 metros y lo logró a falta de un mes para los Juegos Olímpicos. Sin embargo, su marca no fue inscrita y un enviado nazi le notificó que no participaría en los Juegos, pues era “demasiado judía”.
De último momento fue reemplazada por Dora Ratjen quien era hermafrodita y, tiempo después, logró culminar en el cuarto lugar de la competencia. La victoria y medalla de oro fue para la húngara Ibolya Csak, quien dio un brinco de 1.60 metros. En distintas ocasiones, Gretel y Dora llegaron a compartir habitación, sin embargo, Bergmann afirmó que nunca se había percatado de que su compañera fuera hombre.
Para 1937, Gretel logró salir de Alemania y emigró a Estados Unidos con la promesa de no volver. Una vez instalada en la “tierra de las oportunidades” la ex deportista laboró como personal de limpieza en casas, así como masajista y tiempo después, volvió a retar al viento y consiguió colgarse el oro en dos ocasiones en los campeonatos estadounidenses.
A pesar de los trágicos momentos que vivió, logró llevar a sus padres a Estados Unidos y así librarlos de los campos de concentración.
Casada con otro refugiado, Bruno Lambert, abandonó el deporte y formó una familia. En 1986 rechazó la invitación de la celebración del 50 aniversario del evento deportivo de Berlín, pero en 1999 volvió a su natal Laupheim, porque decidieron nombrar su estadio local con el nombre de la atleta. Sin embargo, jamás olvidó el trato y rechazo que sufrió, incluso, por el idioma.
Gretel Bergmann falleció el 25 de julio de 2017 en Nueva York, Estados Unidos.