La conciencia histórica desarrollada en 211 años nos exige tomar posición y en nuestro caso no dudamos en comprometernos con la verdad y romper con todos los atavismos que condujeron al actual régimen dictatorial, comunista y totalitario.
Seamos factores de paz en una sociedad fracturada por el egoísmo de unos, el miedo de otros y la avaricia de unos cuantos.
El camino es retomar la formación ciudadana abandonada por los partidos políticos y hemos padecido sus letales consecuencias. Esta formación enriquece a la persona con toda clase de virtudes cívicas para servir el bien común y es fuente de potente liderazgo.
Atribulados pero no aplastados, apurados pero no desesperados, derribados pero no aniquilados, perseguidos pero no abandonados. Amamos la justicia y odiamos la impiedad. Todo parece hundirse: el sol, los pájaros, los cardos y las piedras. Entonces pespuntean los rayos de esperanza, esa semilla que al caer en tierra fértil termina germinando y proclamando a la verdad y sirviendo al bien común. Somos frágiles piezas de barro que se agrietan con cualquier golpecito.
Si nos centramos en el noble combate por la libertad, avanzaremos a pesar de nuestra debilidad y en la dura lucha iremos forjando carácter y fortaleciéndonos. Así, nuestra vida cambia de raíz y surge el coraje para enfrentar a las dificultades. Necesitamos un liderazgo comprometido y ético, ajeno a la banalidad del mal y la corrupción, que comprenda el momento y sepa propiciar los incentivos para que, unidas la presión interna y la determinación de la comunidad internacional, provoque la eyección de la usurpación.
Si pisas con los pies el duro terreno de la realidad y haces la lectura correcta, comprenderás que no hay salida con ese discurso alternativo, fallido y desgastado, ayuno de estrategias efectivas, que ha conducido al vacío. Somos refractarios a la mentira. Al vacío añadimos la decepción que produce un liderazgo que optó acercarse al mingo de la ignominia. Entregó el futuro y se entregó ella misma. Transigen por un presente ostentoso asumiendo las tácticas dilatorias de la maldad al carecer de carácter, y con su ejecutoria dan una patada al futuro que debemos construir con trabajo y lucha genuina por la libertad. Se reparten entre ellos ganancias, información privilegiada, eso sí, las pérdidas las dividen entre todos. Con ellos se mantendrán las mismas pretensiones de corrupción, compadrazgos y cogollos. Es un error unirse por el botín con los criminales. Ese cambio lo rechazamos.
Necesitamos gente que trabaje en medio de la gente, no podemos seguir viviendo de mentiras. La liberación de la opresión es a través de una fuerza mayor.
Aupamos a los líderes fénix que van sirviendo a la vez que transforman el país, combaten a la infección populista y tejen nuevos desiderátum. Ellos encarnan la deseada dirigencia opositora. Los otros constituyen más de lo mismo, el sistema opresor los dominó y absorbió.
¡Libertad para Javier Tarazona. No más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados!