La resolución de conflictos y satisfacción plural de intereses, de quienes deliberan y ejecutan las decisiones, es difícil de alcanzar de manera transparente si se carece de ética. Para lograr buenos resultados se requieren funcionarios que hayan interiorizado valores y posean conducta íntegra pues marcan directrices y operan instituciones. La ética aplicada en los servidores públicos implica un cambio esencial de actitud, la cual se traduce en episodios de interés público. La ética señala principios y normas para ser aplicados en la conducta de quien desempeña una función.
El Museo de Arqueología de México es testigo de planteamientos de varias Venezuelas que habla esperando respuestas para intercambiar. Tres o cuatro de cada lado, aunque sentadas juntas en bandos opuestos. Los amontonados corazones subrepticios prosélitos de Maduro, Cabello o de para dónde va esto. Y el anti/castro/madurismo, entre voceros de los tres -¿o sólo cuatro?- partidos del G4. Los de espíritu incondicional piensan en Guaidó y lo que tiene detrás. Los de Capriles que se adueña de Primero Justicia mientras Borges desempeña representación que aprovecha y no necesariamente cree, y los grandes ausentes, la inmensa mayoría ciudadana, voces recias de millones que a estas alturas ya no creen en nadie y sienten que no tienen representación.
Rodríguez, la voz del Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, que domina un país sin moneda ni aciertos, y Blyde de la Plataforma Democrática, deben practicar con especial cuidado esa ética del vamos paso a paso porque hay prisa. El desconsuelo, la angustia y vergüenza, están presente, desde el punto de vista ético y moral. Una pandilla y un grupo quienes solo representan una porción mínima de la sociedad, dejan traslucir que, a fin de obtener concesiones mutuas, ponen de lado principios y olvidan la ética para coexistir en precaria reputación, violatoria de los Derechos Humanos, con indicios suficientes en la Corte Penal Internacional.
La discusión es cuál será la Venezuela que sobreviva. La del poder sin país, del gobierno sin economía, de quien posee armas pero no confianza ciudadana, la que de aviones y dólares pero sin libertad de viajar y disfrutarlos que le coartan las sanciones. Por la otra parte, la que no tiene poder pero prestigio y respaldo internacional, la que no necesita sacar oro a escondidas porque lo resguarda el Banco de Inglaterra con aval de la justicia británica; la que no tiene petróleo pero certeza de gestionar capitales y apoyo para restaurar la industria petrolera, la que no tiene armas pero sí temores de que cualquiera decida: ¡ya está bien! Porque, la ética, principio y valores son opuestos a la cuadrilla que se sienta al otro lado de la mesa. Esta negociación, representa una entrega, convivencia ilógica, absurda y claudicación inconsulta e inaceptable.
Lo que se está discutiendo en tierra azteca, más que un acuerdo para reajustar el país, es la fórmula honrosa y segura para una de esas Venezuelas. Y, al mismo tiempo, acordarán cuál sale con dignidad, y cuál se queda para resolver los enormes problemas. Las potencias mundiales que toman decisiones por su cuenta y no sacan cuentas en armas sino en áreas de influencia.
En México están estadounidenses y rusos, con disimulo la Unión Europea y holandeses. Es a ellos a quienes Noruega sirve de intermediario. Y los chinos, magos de la tecnología comunicacional buscan influencia económica, prefieren un país que produzca, les entregue más petróleo y donde puedan volver a hacer negocios. De lo que acuerden saldrá la Venezuela triunfante y la que se aparte con dignidad.
La ética no puede ser ignorada, orienta hacía lo que es conveniente y justo; auxilia en la toma de decisiones, ejercita la mente mediante la deliberación. Es un pilar en el actuar. Indica qué debe hacerse y qué omitirse, resuelve dudas, aconseja, presenta principios, da sabiduría, entendimiento, prudencia, ecuanimidad, capacidad de juicio en la toma de decisiones. La combinación de los conocimientos éticos aunados a los políticos da por resultado personas íntegras con sólidos principios, responsables para el trabajo y con respeto por el cargo.
En elecciones “libres, justas, verificables” y un CNE imparcial sin medidas cautelares el castro-madurismo pierde contundente, y los dirigentes del PSUV, no todos sancionados, reflexionan: es mejor ser oposición con fortaleza política que tratar de sobrevivir con sanciones y recompensas en un país arruinado.
Esta negociación, no salvará al país, es un puente obligado para continuar en el escenario político y social, con impunidad garantizada por una fracción antagonista. La democracia y libertad no triunfaran entregando valores y principios éticos que el negociador debe conocer y salvaguardar. Pronto lo sabremos, así como estamos al corriente que la Corte Penal Internacional está detrás de los jefes castristas venezolanos. Washington, Moscú y Pekín también lo saben. Ninguno quiere una Venezuela en bancarrota manejada por incompetentes y ladrones.
@ArmandoMartini