Por: Mari Montes: Miguel Cabrera camina del dogout al círculo de espera, sólo él sabe pensando qué.
Yogi Berra decía que no se podía pensar y batear al mismo tiempo, pero en esa caminata debe pensar en algo.
Es anunciado por el sonido interno, se escucha la música de fondo, “Hoy cobré”, de Bad Bunny o Let´s get it, de Neuro Shorty (las alternan), pero aún más fuertes se oyen los aplausos, la ovación y el director de la transmisión de televisión elige tomas desde varios ángulos que muestran letreros con dedicatorias, banderas de Venezuela, niños que lucen el número 24, su esposa Rosangel y sus hijos; los presentes con las cámaras de sus teléfonos activadas, grabando todo lo que pasa, quieren tener su propio registro del batazo que hará historia. El umpire cambia las pelotas por las que han sido marcadas con un número y la letra “M”. Todos callan y se produce un silencio digno de Final de Wimbledon. Así ha sido en cada turno desde que los Tigres regresaron a Detroit.
En Baltimore sacudió el vuelacercas 499, un largo batazo que cayó en el bullpen de los Tigres. Los fanáticos de Detroit esperan que alcance el 500 en el Comerica Park.
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