Haciendo honor a esta consistencia, el ensayista mexicano dirá: “No hay un decálogo de conclusiones que acrediten el atributo de ser liberal”[iii], lo cual –a los liberales que nos sentimos incómodos en listas y con etiquetas– nos provoca un aplauso de pie, agradeciéndole la oportunidad para aclarar que nada más dañino que los simplismos tendenciosos que abren inútiles confrontaciones: “buenos contra malos, conservadores contra liberales, ricos contra pobres, nacionalistas contra vende patrias”… sentencias binarias fruto de mentes perezosas. De allí que toca levantar la copa y acompañar al autor diciendo “qué fáciles son las etiquetas, qué ricos son los matices”[iv].
Reyes Heroles comparte un trabajo sólido, producto de la rigurosidad del estudioso lector que se acompaña de citas, notas al pie, y que con cordial pedagogía te hace las referencias bibliográficas precisas. De algún modo el autor se presta a ser el maestro que te orienta entre los más grandes clásicos y te sugiere los libros más actualizados; te ofrece cabales interpretaciones de John Locke y te revela los grandes legados de la ilustración escocesa. Además, por si fuera poco, te ayuda trazar un mapa conceptual de La Estructura de las revoluciones científicas de Thomas Kuhn, y te subraya los temas para comprender mejor aún La sociedad abierta y sus enemigos de Karl Popper; sin dejar de refrescar el diálogo con las exquisitas ideas de Isaiah Berlin… nada más por citar algunos ejemplos.
Cada capítulo podría ser un encuentro con el tutor que te motiva a pasar en limpio las tesis clave: desde la que señala que si hay una filosofía liberal es “una filosofía con vocación de servicio a los otros”, hasta la que te recuerda que “el individualismo sólo es egoísmo para quien no concibe la empatía”. Entre estas dos tesis se teje la fibra liberal más auténtica, la que pondera a la sociedad –sus pactos y sus acuerdos– como el origen e inspiración del liberalismo, y que a su vez permite entender el individualismo como una demanda ética.
Una bondad particular del libro es que te hace las aclaraciones correctas y pertinentes: te dice que “Un liberal no acepta de entrada el statu quo y, en ese sentido, es un rebelde”[v], pero también te remarca que ser liberal es ser respetuoso de la autoridad en tanto mejor método para defender las libertades. Te habla de la paz como un estadio deseable, pero a su vez lleva a reflexionar que esa paz realmente se disfruta cuando se la consigue, cuando se la logra después de un conflicto, de un desacuerdo. “La paz verdadera, social y personal, sólo se consigue después de la discusión, la que sea, y esta se respira libertad. Sin ella la vida se sofoca. “Para vivir en plenitud, debemos discutir, siempre en libertad”[vi].Esa “bella tensión”, que hace de los liberales seres inquietos, incansables a la hora de cuestionar lo preestablecido, lo dogmático.
Hay mucho que agradecerle al autor por este libro. Por eso estos humildes párrafos. Hacía falta una conversación larga, seria, nutrida de argumentos que hilvanan apuntes de epistemología y de historia, con reflexiones de filosofía política, de economía, de ética, para explicar la esencia del liberalismo. Allí el valor de esta obra, que ciertamente es una amable plática… respetuosa, sensata, nada que ver con esos sermones infalibles que rayan en la propaganda. No debería ser la intención de un liberal predicar, su función es provocar.
Referencias:
[i] Federico Reyes Heroles, Ser Liberal. Una Opción Razonada, Taurus, Ciudad de México, 2021. p.162
[ii] p. 41.
[iii] p. 109.
[iv] p. 167.
[v] p. 141.
[vi] p. 32.
Silvia Mercado es Doctora en Historia del Pensamiento. Maestra en Periodismo y Medios Comunicación. Licenciada en Comunicación. Periodista y docente. Actualmente Coordinadora de Red Liberal de América Latina (RELIAL).
Este artículo se publicó originalmente en Instituto Cato el 24 de agosto de 2021