Desde siempre se especuló acerca de cuánto o qué los animales podrían ser capaces de comprender en su interacción con el ser humano.
Por Infobae
“Es inteligente”, “le hablo y entiende todo”, “parece que entendiera”, suelen ser las frases de quienes comparten su vida con la compañía de un perro en el hogar.
Ahora, según revelaron recientes investigaciones, habría nueva evidencia científica acerca de la inteligencia canina.
Es que científicos alemanes hallaron que los perros parecen ser capaces de decir si las acciones humanas son deliberadas o accidentales.
“Cuando los perros interactúan con los humanos, a menudo muestran reacciones apropiadas a la acción intencional humana. Pero a partir de estas observaciones cotidianas no está claro si los perros simplemente responden a los resultados de la acción o si son capaces de discriminar entre diferentes categorías de acciones”. Con esa hipótesis en mente, los investigadores se propusieron responder si los perros son capaces de distinguir las acciones humanas intencionales de las involuntarias, incluso cuando los resultados de la acción son los mismos.
Investigaciones anteriores habían sugerido que los perros pueden rastrear la atención humana para decidir cuándo morder la comida y responder a los gestos de señalar. Además, muchos perros se emocionan con ciertas señales que pueden sugerir una acción próxima, como cuando se levanta una correa para salir a pasear. Sin embargo, los expertos creían que no estaba claro si los perros realmente captan la noción de intención humana.
“Nuestros hallazgos proporcionan una evidencia inicial importante de que los perros pueden tener al menos un aspecto de la teoría de la mente: la capacidad de reconocer la intención en acción”, escribieron los autores en un artículo publicado en la revista Scientific Reports. Y señalaron que entre otros animales que muestran tal capacidad están los chimpancés, los loros grises africanos y los caballos.
Los científicos de Alemania describieron cómo intentaron resolver el problema pidiéndole a un investigador que le pasara golosinas a un perro a través de un hueco en una pantalla.
Durante el proceso, los investigadores probaron al perro en tres condiciones: en una, intentaron ofrecer una golosina pero “accidentalmente” la dejaron caer en su lado de la pantalla y dijeron “¡Ups!”, En otra, trataron de ofrecer una golosina pero la brecha estaba bloqueada. Y en un tercer intento, el investigador ofreció la golosina, pero luego de repente la retiró y dijo: “¡Ja, ja!”.
“La idea de este experimento es que en las tres situaciones no obtienen la comida por alguna razón”, describió la doctora Juliane Bräuer, coautora de la investigación del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana.
Los resultados, basados en el análisis de las grabaciones de vídeo de 51 animales, revelaron que los perros esperaron más antes de caminar alrededor de la pantalla para recibir el premio directamente en el caso de la retirada repentina del bocado que en las otras dos situaciones. También era más probable que dejaran de mover la cola y se sentaran o se tumbaran.
El equipo escribe que los perros muestran claramente un comportamiento diferente entre las diferentes condiciones. “Esto indica que los perros de hecho distinguen las acciones intencionales del comportamiento no intencional”, aseguraron.
“Los perros distinguieron claramente en su comportamiento espontáneo entre condiciones de no voluntad e incapacidad. Esto indica que los perros de hecho distinguen las acciones intencionales de la conducta no intencionada”, concluyeron entre los resultados del trabajo.
Sin embargo, aseguraron que se necesitan más trabajos para explorar si los perros pueden haber aprendido previamente a no acercarse a la comida que se retira, o si estaban respondiendo a las diferentes exclamaciones del investigador, según publicó The Guardian.
La doctora Suilin Lavelle, profesora de filosofía en la Universidad de Edimburgo, que no participó en el estudio, dijo que, si bien los dueños de perros pueden encontrar el resultado poco sorprendente, está lejos de ser trivial.
“Distinguir entre comportamiento intencional y no intencional dentro de la propia especie trae ventajas críticas de supervivencia; ser capaz de generalizar esto a otra especie, aunque co-evolucionó contigo, da más apoyo a la afirmación de que los perros distinguen los comportamientos en función de sus intenciones en lugar de alguna otra señal”, evaluó.
Y si bien Lavelle dijo que era correcto que los autores fueran cautelosos sobre cómo los animales adquieren esta habilidad, y señaló que era posible que los perros menos familiarizados con los humanos no hicieran la misma distinción, consideró que demostrar la capacidad en animales domésticos era “un comienzo prometedor”.
“Si esta capacidad es suficiente para atribuir la teoría de la mente a los perros es una cuestión más controvertida, ya que los investigadores debaten qué nivel de comprensión de los estados psicológicos de otra persona se requiere para merecer esta etiqueta”, argumentó.
El concepto de intención es una parte central de la Teoría de la Mente, la capacidad de atribuir estados mentales a los demás y a uno mismo. La teoría de la mente se consideró durante mucho tiempo como una habilidad exclusivamente humana. Sin embargo, si bien esto puede ser cierto para la Teoría de la Mente adulta completa que incluye la atribución de estados subjetivos complejos, la evidencia acumulada sugiere que ciertas capacidades básicas para atribuir estados mentales simples a otros agentes están presentes en algunas especies no humanas.