En 1900, Peter Widener, uno de los hombres más ricos del mundo de ese entonces, mandó a construir una fastuosa mansión.
La residencia fue bautizada como Lynnewood Hall. Pero luego fue conocida como “el último Versalles americano”.
El lugar elegido fue un terreno de 14 hectáreas cerca de la ciudad de Filadelfia, en Estados Unidos, y el diseño estuvo a cargo de Horace Trumbauer, un destacado arquitecto norteamericano conocido por diseñar las residencias para los individuos más acaudalados del momento.
En su concepción original, contaba con 55 habitaciones y 20 baños. Además, una pileta de natación cubierta, un salón con una pista de baile con capacidad para 1000 personas, y su propia galería de arte.
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