La economía es compleja en sí misma y la economía política aún más. Y en un país como el nuestro, destruido en sus instituciones, tejido social, aparato productivo, servicios y, en una economía mundo en cambio acelerado tecnológico y geo-político, ni hablar.
Estamos en el siglo 21, pero el régimen se empeña en fórmulas fracasadas del siglo 20.
La sociedad también se estancó, en la miseria y en la huida. Con mucha posibilidad de errar, pienso en nuestra crisis histórica actual, que lleva varias décadas en crisis históricas anteriores padecidas, la de la emancipación y disolución de la Gran Colombia. La Guerra Civil de la Federación. “La caída del liberalismo amarillo” y la siguiente hegemonía militar andina (tachirense), el impacto del petróleo y el proyecto democrático-nacional. Y desde 1999 está hecatombe general que a nivel político identificamos como “chavismo” y que no terminamos de entender y superar.
Mi perspectiva es general y privilegia la evolución política del país, pero con plena consciencia de la importancia de la economía en la complejidad de los procesos históricos.