Juan Carlos Montoya tiene 19 años y está a punto de ser padre. Sus travesuras de la adolescencia que apenas abandona, las cambió por el trabajo duro en la calle y su obligación ineludible de alimentar a su mujer embarazada. Por eso todas las mañanas espera el camión de los plataneros en Plaza de Toros y compra un balde de fruta, que luego cambia por víveres en las comunidades del sur de Valencia. Así lo reseñó El Carabobeño.
Dios es grande y a falta de oportunidades lo dotó de creatividad. Así que en las mañanas reúne a otros dos amigos y compran aguacates, plátanos, cambures y van de casa en casa en los barrios de Santa Inés; Libertador, Antonio José de Sucre para cambiarlos por cualquier producto de la cesta básica.
La contabilidad es simple: con una inversión de 3$ que hace por el tobo de cambures, puede recoger un mercadito sencillo de arroz, frijol chino, sardinas, caraotas y muchos otros víveres que la gente prefiere intercambiar por fruta fresca.
“Ahorita me voy con unos cambures a cambiarlos en cualquier barrio. Uno busca la comida como sea. Yo vivo con mi esposa, en espera de un bebé. Ahorita hay mucha gente que trabaja así”.
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