Betancourt, quien había ganada las elecciones el 7 de diciembre de 1958 con el 49% de los votos, dos años después había sufrido una pérdida importante de popularidad, justamente por las medidas que se vio obligado a adoptar. Adicionalmente, la poderosa juventud de AD se había ido del partido en febrero de 1960 conformando el MIR y Raúl Ramos Giménez, un dirigente histórico de AD tenía una disputa con el partido y la tarjeta blanca fue congelada, teniendo AD que concurrir con la tarjeta negra, no con la blanca. Cuando llegó el año 1963, se tenían que realizar las elecciones presidenciales en diciembre de ese año y AD escogió a Raúl Leoni como candidato en un contexto en el cual la aceptación del partido blanco estaba resentida pero la oposición estaba fragmentada, hecho este que jugaba a favor del gobierno y de AD. Las elecciones se realizaron el primero de diciembre de 1963. Ganó Leoni con el 32,8% de los votos (16 puntos menos que Betancourt), Caldera obtuvo 20,2%, Jóvito Villalba 18,9%, Arturo Uslar Pietri 16,4% y Larrazábal 9,4%. La izquierda llamó a la abstención activa, boicoteando las elecciones, con lo cual se terminó de aislar. Es decir, AD siendo una clara minoría ganó las elecciones porque la oposición por sus rivalidades congénitas entre Caldera, Uslar y Villalba no pudo ponerse de acuerdo para hacer un frente común y derrotar a AD. Cincuenta y ocho (58) después esa lección pareciera que no se ha aprendido.
El olfato político de Betancourt le indicaba que para AD resultaba vital dividir a la oposición para poder conservar el poder. En ese sentido comenzó a provocar a Villalba y a Uslar para que se lanzaran como candidatos y lo logró al mover la epidermis de los egos de ambos, con lo cual AD pudo ganar las elecciones. Actualmente, en septiembre de 2021, se presenta una situación en alguna manera parecida a la de diciembre de 1963. La proliferación de candidatos a gobernadores y alcaldes, unos de oposición real y otros disfrazados y comprados por el gobierno amenazan con dividir los votos y hacer posible que el gobierno más impopular que ha tenido Venezuela y su partido, ganen siendo minoría. Sobre la conciencia de los divisionistas y profesionales de la abstención recaería haber desperdiciado esta oportunidad para constituir una unidad sólida para enfrentar y derrotar la maquinaria Estado-Psuv.