El volcán de la isla española de La Palma que entró en erupción el pasado domingo continúa escupiendo lava, la cual prosigue su avance destructivo, aunque lentamente, en una fase eruptiva de relativa estabilidad.
Los expertos ignoran cuánto tiempo se prolongará dicha “estabilidad” e, incluso, comienzan a dudar que el magma, que ahora se desplaza a apenas 4 metros por hora, llegue a desembocar en el mar. Todo dependerá de cómo evolucione la situación en las próximas horas.
Si las coladas alcanzaran la costa, los científicos advierten de que la interacción del mar con la lava podría generar columnas de vapor de agua con gases ácidos y desprendimiento del frente de magma, pudiendo producirse emisión de fragmentos en la cercanía del contacto.
LA LAVA, MÁS VISCOSA, RALENTIZA SU PASO
La lentitud con la que ahora discurre la lava se debe a que ha ganado en viscosidad y alcanza espesores entre 8 y 15 metros en su lengua más activa. La superficie afectada por el magma, conforme a los últimos datos, abarca ya 140,44 hectáreas, con un frente de 600 metros.
Además, la deformación de la superficie cercana al área de erupción no ha variado en las últimas horas y se mantiene en 28 centímetros, por lo que hay una “minizona de estabilidad”, al tiempo que la sismicidad se mantiene en bajos niveles.
Estos datos contrastan con la explosividad que anoche presentó el volcán y que finalizó coincidiendo con el derrumbe parcial de la parte superior de su cono principal, un fenómeno, alertan los científicos, que puede volver a producirse.
La emisión de materiales alcanza los 3.000 metros y se prevé que la nube del volcán llegue el jueves a otras islas del archipiélago de las Canarias, en concreto a Tenerife, El Hierro y La Gomera.
Otro asunto que siguen muy de cerca los expertos es la emisión de dióxido de azufre (SO2) a la atmósfera, que se estima entre 6.140 y 11.500 toneladas diarias, aunque se consideran cifras infraestimadas ante la gran dimensión del penacho de dióxido de azufre que se observa mediante satélite.
De hecho, el sistema europeo de satélites Copernicus estima que el dióxido de azufre procedente del volcán de La Palma llegará el viernes a cubrir buena parte de la península ibérica, casi todo Marruecos y Túnez y las costas mediterráneas de Francia, Italia, Argelia y Libia, aunque con efectos muy reducidos porque la mayoría del SO2 emitido se encuentra en capas muy superiores de la atmósfera.
Los expertos insisten en que nadie debe acercarse a zonas cercanas a la colada porque puede provocar daños en principio intangibles, sobre todo en ojos y pulmones.
LA IMPOTENCIA DE LOS AFECTADOS
Mientras, en las zonas afectadas por el volcán que entró en erupción el domingo pasado se suceden las imágenes de vecinos que han tenido que abandonar sus casas ante el avance de la lava (habría más de 320 viviendas afectadas en la isla, según Corpernicus).
Es lo que ocurre en Todoque, un barrio de Los Llanos de Aridane de unos 1.200 habitantes en el que, pese a los esfuerzos del personal de emergencias, el magma ha avanzado porque, como dicen con resignación las autoridades locales, no se puede luchar contra la fuerza de la naturaleza.
Lo que sí han podido hacer los vecinos de Todoque es ir a sus casas, si no han quedado sepultadas, a recuperar enseres, documentos esenciales y algún recuerdo, dada la ralentización de las coladas.
“Si la colada se mueve un poco más, mi finca se la lleva”, afirma a Efe Vicente Amado, un agricultor que siempre se ha dedicado al plátano y que no puede acceder a sus tierras porque un muro de lava de diez metros ha tapado la carretera.
Un escenario de destrucción que será el que mañana se encuentren en su visita a la isla los reyes de España.
EFE