Madres desesperadas de Tigré reconocen que han tenido que alimentar a sus hijos con hojas de árboles en un intento por mantenerlos con vida en esta región etíope devastada por la guerra desde hace más de diez meses.
Hay niños con señales de desnutrición, como apatía, erupciones cutáneas y pérdida de apetito.
Estos síntomas son cada vez más frecuentes y presagian lo peor, según documentos internos y fotografías de una agencia humanitaria consultados esta semana por la AFP que detallan muertes por hambruna en dos zonas.
Y se sospecha que ha habido más casos de muerte por hambre.
“Antes de la guerra mi hija tenía buena salud física y mental (…) Mírala ahora. Lleva semanas sin apetito. No puede caminar, ha perdido la sonrisa”, dice la madre de un niño de 20 meses en la ciudad de Adigrat, según un testimonio proporcionado por la agencia.
Esta última ha compartido los documentos con la condición de permanecer en el anonimato, por miedo a sanciones del gobierno etíope, que ha suspendido las operaciones de varias oenegés.
Hace tres meses la ONU ya alertó que 400.000 personas de Tigré han “cruzado el umbral de la hambruna”.
Desde entonces la situación se ha agravado en esta región del norte de Etiopía, sometida a un “bloqueo de facto”, según la ONU, que impide la llegada de la mayor parte de la ayuda humanitaria.
Tras meses de combates y masacres que han causado miles de muertos, los médicos temen una nueva ola de muertos por una hambruna como la de los años 1980.
– “Peor que una muerte por bala” –
“Es una matanza silenciosa”, declaró a la AFP el doctor Hayelom Kebede, director de investigación del hospital Ayder en Mekele, en la capital de Tigré.
“Lo peor con el hambre es que ves a gente en brazos de la muerte, pero no morirán inmediatamente. Lleva tiempo una vez que su cuerpo se ha debilitado, y debilitado y debilitado. Es peor que una muerte por un disparo”.
Los combates en Tigré comenzaron en noviembre después de que el primer ministro Abiy Ahmed, premio Nobel de la Paz en 2019, enviara tropas al lugar para derrocar a las autoridades regionales del Frente de Liberación del Pueblo de Tigré (TPLF), al que acusa de haber orquestado ataques contra campamentos militares federales.
Los enfrentamientos han afectado a la cosecha en esta región ya de por sí en condición de inseguridad alimentaria. Algunos combatientes lo empeoraron bloqueando y saqueando la ayuda.
El TPLF retomó el control de la mayor parte de Tigré a finales de junio.
Entonces la mayoría de las fuerzas gubernamentales se retiraron y la oficina de Abiy Ahmed anunció un alto el fuego humanitario. Pero ha llegado muy poca ayuda. Según Estados Unidos, el mes pasado se entregó menos del 10% de los suministros necesarios.
Las autoridades federales acusan al TPLF de obstruir los accesos con sus ofensivas en las regiones vecinas de Afar y Amhara.
La semana pasada, la ONU afirmó que cientos de camiones de ayuda humanitaria “no volvieron” de Tigré.
– “Asedio” –
“Estados Unidos está consternado por las informaciones de personas muertas de hambre en Etiopía”, declaró a la AFP un portavoz del departamento de Estado esta semana.
“El gobierno etíope deniega los accesos por carretera y por aire, que junto con la electricidad, las telecomunicaciones, la actividad bancaria y el suministro de carburante son esenciales para permitir la entrega de ayuda, lo que es una señal de un estado de asedio”, añadió.
El presidente estadounidense, Joe Biden, firmó el viernes un decreto que permite a su administración imponer sanciones a los protagonistas de la guerra si no se encaminan hacia una solución negociada.
En el hospital Ayder todo son penurias.
Al menos 50 niños están en cuidados intensivos por desnutrición pero los médicos sienten impotencia, cuenta el doctor Hayelom.
“Estábamos acostumbrados a proporcionar nutrientes a estos niños, pero ya no tenemos medicamentos ni reserva de comida. No podemos ayudarlos”, explica.
Un primer vuelo humanitario de la UE aterrizó en Mekele el 11 de septiembre con alimentos terapéuticos para niños desnutridos. Pero las autoridades etíopes retiraron parte del cargamento antes de que despegara de Adís Abeba, según un informe de la agencia humanitaria de la ONU (OCHA).
Los médicos y enfermeras ni siquiera pueden usar sus salarios debido a la suspensión de las operaciones bancarias y se alimentan a base de “kolo”, un plato de cebada tostada, añade Hayelom.
Él ha tratado de alertar al ministerio de Salud. “Respondieron: ‘Sí, también estamos preocupados’ pero no tienen ningún poder” más allá del de plantear el problema al primer ministro, explica.
– Horizonte “catastrófico” –
Fuera de Mekele, ya han aparecido focos de hambruna.
La administración interina de Tigré establecida por Abiy Ahmed informó en abril de “unos ocho” casos de muertes de este tipo en la ciudad de Ofla.
Más recientemente se han confirmado tres muertes más en Mehoni, a unos 120 kilómetros al sur de Mekele, y dos en Adwa, a unos 160 kilómetros al noroeste, según documentos de la agencia de ayuda examinados por la AFP.
Aunque los combates en la región han remitido en los últimos meses algunas partes de Tigré siguen siendo inaccesibles, con lo que se desconoce su situación.
Los dirigentes del TPLF afirmaron que 150 personas murieron de hambre en agosto y un millón más “se exponen a una hambruna mortal”. Ha sido imposible verificar estas cifras.
Unicef estimó en julio que más de 100.000 niños podrían sufrir desnutrición mortal durante los próximos 12 meses, o sea diez veces más que el promedio anual.
Muchos habitantes de Tigré temen una hambruna como la de los años 1980, causada por un conflicto interno y que según la ONU causó un millón de muertos.
AFP.