Nada garantiza a la socialdemocracia alemana que el próximo canciller sea Olaf Scholz. Pero en la noche electoral con dos rivales disputándose el puesto, él representaba al líder que rompió una larga racha de récords a la baja.
Unos 1,4 millones de votos ha perdido el bloque conservador en dirección al Partido Socialdemócrata (SPD), calculaba la televisión pública alemana ARD. Las primeras proyecciones de voto apuntaban a un posible empate entre Scholz y el conservador Armin Laschet, ambos sobre el 25 %.
Con las horas el SPD arañó un punto de ventaja. Ambos, Laschet y Scholz, reclamaban para sí el mandato de las urnas de liderar el siguiente gobierno.
Con razón, en una democracia parlamentaria como la alemana el puesto no corresponde a quien queda primero, sino a quien suma la mayoría. Y ambos tienen opciones -y dificultades parecidas- para formar un tripartito, probablemente con Verdes y liberales como socios.
“Nosotros somos el partido en ascenso. Los conservadores, el de la pérdida de votos”, afirmó Scholz, en declaraciones al mencionado canal de televisión.
El porcentaje es parecido, pero la situación de partida no lo es: en 2017, el SPD sufrió un descalabro histórico y cayó en el 20,5 %; la CDU/CSU cayó a su propio récord a la baja, con un 32,9 %.
Cuatro años después, las formaciones que se han alternado el poder en la República Federal de Alemania (RFA) sufren los efectos de la fragmentación de voto, representado en porcentajes que hasta hace poco habría parecido impensable en los partidos de Konrad Adenauer (CDU) o Willy Brandt (SPD).
EL LÍDER OCULTO
Scholz, ministro de Trabajo en la primera gran coalición de Angela Merkel y de Finanzas en la última, ha roto la mala racha que parecía irreversible desde la derrota del último canciller socialdemócrata, Gerhard Schröder, en 2005.
El rumbo centrista de Schröder había precipitado ya unos años antes la escisión capitaneada por Oskar Lafontaine, fundador de La Izquierda junto con el poscomunismo del este.
El paso a la oposición, en medio del descrédito entre su electorado por el duro programa de recortes llamado Agenda 2010, dejó al SPD maltrecho.
Las tres legislaturas en formato de gran coalición -del total de cuatro de Merkel- agravaron la situación. Con la retirada de la canciller, Scholz vio llegado el momento para invertirlo.
Lo hizo desde la posición de moderado, casi tan centrista como Merkel. En 2019 había intentado escalar a la presidencia del SPD, pero las bases prefirieron al dúo formado por Saskia Esken y Norbert Walter-Bojans.
Un año después, en plena pandemia, el mismo dúo reconoció que ellos no lograrían revertir esa racha. Designaron a Scholz para el cometido de lograr su ascenso, de vicecanciller de Merkel a canciller.
“Sabíamos que Olaf era nuestro mejor hombre, en este momento, tras ésta canciller. La valoración ciudadana de Merkel sigue siendo muy positiva. Pero hay mucha ansia de cambio. Y nadie como Olaf para aunar ansia de cambio y experiencia de gobierno”, comentaba hace unos días a Efe Lars Klinbeil, secretario general del SPD, en un aparte durante el cierre de campaña.
RESULTADO PUNTUAL O TENDENCIA
El SPD rompió la dinámica, no cayó al siguiente desastre. Seis meses atrás, casi nadie apostaba por Scholz. Se veía a los Verdes como “los nuevos socialdemócratas”, capacitados para llegar a la Cancillería con Annalena Baerbock.
Pero a medida que iba acercando la cita con las urnas mejoraban las opciones de Scholz. Solo al final de la campaña, cuando Merkel salió a apoyar decididamente a Laschet, perdió algo de fuelle.
Scholz podía festejar este domingo en la Willy Brandt Haus no solo ese ascenso a escala federal, sino también regional. En los comicios del “Land” de Mecklenburgo-Antepomerania -donde Merkel tiene su distrito-, el SPD amplificó su dominio para rozar el 40 % -un aumento de casi nueve puntos-, mientras que los conservadores cayeron al 14 % -cinco punto menos-.
En la ciudad-estado de Berlín mantenía un duro pulso con los Verdes por el primer puesto, mientras que la CDU, en tercer puesto, cayó otros dos puntos.
DE NUEVO, EN EL MAPA EUROPEO
El SPD, el partido más antiguo de Alemania, se recupera y ello ocurre en un momento de avance a escala europea. Con la victoria de los laboristas en Noruega, los cinco países nórdicos -Finlandia, Suecia, Dinamarca y probablemente también Islandia, donde se votó ayer– están gobernados de nuevo por esta familia política.
Alemania, el país de mayor peso demográfico y político europeo, tiene la opción de sumarse. Pero Scholz deberá manejar muy bien las piezas para convertirse en cuatro canciller de su partido, tras Willy Brandt, Helmut Schmidt y Schröder.
EFE.