El bloqueo de dos canales de la cadena estatal de televisión rusa RT en YouTube ha abierto un nuevo capítulo en la guerra entre los gigantes tecnológicos y Rusia, en la que ambas partes se acusan de violar la libertad de prensa y difundir noticias falsas, respectivamente.
CENSURA Y MEDIDAS SIMÉTRICAS
Moscú reaccionó de inmediato ante la decisión del servicio de vídeo de Google de bloquear dos canales en alemán del brazo propagandístico del Kremlin en el exterior, de tal forma que el Ministerio de Exteriores vinculó esta medida a los intentos de Occidente de “acallar las fuentes de información incómodas” y amenazó con medidas “simétricas”.
El portavoz de la Presidencia rusa, Dmitri Peskov, denunció que se trata de una restricción ilegal que “viola groseramente” las leyes de Rusia, además de ser un acto de censura que obstaculiza el trabajo de los medios rusos.
El regulador ruso de comunicaciones, Roskomnadzor, amenazó a Google con bloquear su servicio de vídeo si no desbloqueaba inmediatamente los canales de RT, y calificó la medida como una violación “de los derechos humanos y libertades básicas”.
YouTube, por su parte, defendió la restricción al acusar a RT de difundir noticias falsas sobre la pandemia del coronavirus, algo que niega la cadena RT.
RESTICCIONES EN NOMBRE DE LA LEY
El origen de esta guerra data de 2017, cuando EEUU obligó a RT a registrarse como agente extranjero para seguir operando en el país, ejemplo que siguió Moscú al redactar sus propias leyes.
A partir de ese momento, el Kremlin emprendió una cruzada contra las tecnológicas estadounidenses para proteger su espacio digital de las injerencias externas y a la vez limitar las actividades en internet de activistas y opositores.
Human Rights Watch (HRW) denunció el aumento de los controles legales por parte de Rusia sobre internet, lo que a su juicio restringe la posibilidad de sus ciudadanos de ejercer las libertades de expresión y de acceso a la información.
Para controlar internet creó “Runet”, segmento ruso de la red global que puede aislarse en caso de crisis y que fue recibido con fuertes críticas de la oposición en 2019.
Se le sumaron otras normas, como las que obligan a las redes sociales y servicios digitales a guardar la información de los rusos en servidores ubicados en Rusia.
El presidente de Rusia, Vladímir Putin, promulgó además en julio de este año una ley que obliga a los gigantes tecnológicos extranjeros a abrir oficinas de representación en el país si no quieren sufrir sanciones o bloqueos.
GUERRA A LAS “INFORMACIONES PROHIBIDAS”
Sin embargo, la creciente impopularidad del partido oficialista Rusia Unida, el descontento popular ante la caída del nivel de vida, la pandemia y las recientes elecciones a la Duma rusa (Cámara baja del Parlamento), impulsaron el recrudecimiento de las leyes que regulan el espacio digital.
Un aspecto crucial de este pulso fue la aplicación efectiva de la exigencia a los servicios de Internet de retirar “información prohibida”, que incluye llamamientos a “protestas no autorizadas”, como las manifestaciones en apoyo al encarcelado líder opositor, Alexéi Navalni, y “la propaganda extremista” de él y sus aliados.
Si no lo hacen, Rusia les impone cuantiosas multas, una medida de presión que se intensificó en los últimos meses y se aplicó a Facebook, Google, Telegram, TikTok o Twitter, que también vio ralentizado temporalmente su servicio.
El último objetivo de las autoridades rusas fue la campaña del “Voto Inteligente” promovida por Navalni para arrebatar votos al partido oficialista Rusia Unida en las elecciones legislativas.
Roskomnadzor obligó a Google, Apple, Telegram y YouTube a eliminar de sus sitios cualquier enlace, aplicación o vídeo de esta iniciativa, lo que para Navalni evidencie el “miedo” que le tienen en el Kremlin.
EFE.