De este a oeste, de Asia a América, el Imperio Español. La llamada historia universal desde Polibio no es otra cosa que la Historia de los Imperios. No hay imperio bueno e imperio malo, es simple y llanamente, dominación y explotación, de un poder mayor (imperium) sobre un territorio y una población que no logra ni puede evitar la denominación. Explicaciones sobran, en cada caso y en cada época, pero se reducen a una “física” de fuerzas, quién gana y quién pierde, es la lógica de todo conflicto, de toda guerra, de la política y de la vida en general. De hecho, para Hegel es la dialéctica de los deseos en pugna, por el mismo objeto. La dialéctica del amo y el esclavo. El hombre como lobo del hombre. La guerra como motor de la historia, etcétera.
No comparto esta filosofía, pero no puedo ignorarla al estudiar la historia de la humanidad, llena de violencia y horrores, la historia-cainita. El imperio español en el siglo 16, conquista buena parte de los territorios americanos en muy pocos años. Los “mescixa o azteca” son vencidos en dos años (1519-1521) y el incanato igual, poco después (1532-1533).
Las explicaciones más usuales son las ventajas técnicas para la guerra (pólvora, caballos).
El apoyo de los pueblos indígenas que estaban dominados y explotados por aztecas e incas que se sublevaron y apoyaron a los hispanos. Y la mortandad indígena provocada por las enfermedades que llegaron con los europeos. Además la propia desunión de aztecas (entre Tenochtitlan y Tlatelolco) y la guerra civil entre los incas por el trono, entre los hermanos Atahualpa y Huáscar.
El resto de los territorios americanos, para 1550, estaban en su mayoría explorados y explotados.
Finalizando el siglo 16, el colonialismo europeo estaba asentado en el continente y enfrentados entre ellos. España, Portugal, Inglaterra, Francia, Holanda, por mencionar algunos, se mantendrían en pugna hasta el siglo 19 por los dominios americanos, inclusive después de nuestros procesos emancipadores.