Panamá requiere “fondos frescos” de la cooperación internacional para atender en sus estaciones de recepción fronterizas al creciente flujo de migrantes que viaja hacia Norteamérica, afirmó a Efe el jefe de misión de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en el país, Santiago Paz.
Son decenas de miles de personas que necesitan de la solidaridad de todos los países que, de una u otra forma, están siendo impactados por su paso, obligados en su mayoría por las difíciles situaciones que viven en sus naciones, agregó el funcionario internacional.
Al menos 107.000 migrantes en movilidad han llegado a Panamá este 2021, dijo el jueves el ministro de Seguridad Pública, Juan Pino, durante una reunión de alto nivel con funcionarios de Estados Unidos. Aseguró además que se prevé que al cierre del año esa cifra rondará los 150.000.
Son números inéditos para una ruta migratoria considerada de las más peligrosas del mundo, la selva del Darién, la frontera natural de Panamá con Colombia, un paso terrestre que ha sido utilizado durante décadas por migrantes procedentes de todo el mundo que se dirigen principalmente a Estados Unidos.
“Si miramos las estadísticas, entre los años 2010 y 2019, cruzaron por la zona del Darién 109.293 personas”, según datos oficiales panameños, dijo el jefe de Misión en el país centroamericano de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Los migrantes que llegan a Panamá son llevados a estaciones de recepción migratoria (ERM) donde se les toman datos biométricos y se les ofrece asistencia sanitaria y alimentaria, en una operación única en el continente, que ha consumido unos 20 millones de dólares según datos panameños.
“Se necesitan fondos frescos que complementen el esfuerzo que está adelantando el Gobierno panameño (…) necesitan apoyo tanto los estamentos de seguridad, que son los responsables de resguardar las ERM, pero también las organizaciones internacionales, de la sociedad civil, que estamos aunando esfuerzos”, dijo Paz.
“El llamado es a los donantes, que pueden ser de cualquier ámbito. El sector privado, que puede ser un actor importante, también los organismos de financiamiento, tenemos multilaterales, y también tenemos los donantes tradicionales y Gobiernos que estén prestos y dispuestos a apoyar”, precisó el funcionario de la OIM.
Los fondos se requieren “en primer lugar la asistencia humanitaria, fortalecimiento de capacidades, de infraestructura, la ampliación de las ERM, pero también kits de higiene, atención de salud mental, espacios para niños y adolescentes, atención a mujeres embarazas y que esto se pueda dar en una respuesta integral”.
UN LLAMADO A LA SOLIDARIDAD
“Dentro de esta respuesta de la que estamos haciendo mención el cumplimiento de compromisos de atención a los derechos humanos a todas las personas migrantes es el elemento principal”, dijo Paz.
Hay que recordar, destacó el funcionario internacional, “que detrás de las cifras hay un ser humano que tiene derechos, sin importar que esté en condición irregular” migratoria.
“También es imperativo seguir adoptando el Pacto Mundial para una Migración Ordenada, Segura y Regular, no solo en beneficio de las personas migrantes sino también de la sociedad”.
El Pacto Mundial para una Migración Ordenada, Segura y Regular recomienda la cooperación entre los Estados para poder responder de forma inmediata y coherente a las necesidades de los migrantes en condición de vulnerabilidad, una necesidad que se hace especialmente evidente en el Tapón del Darién, alertó la OIM.
“Tenemos que expresar nuestra solidaridad y apoyo para una población que se ha visto, muchos de ellos forzados” a salir de su país, agregó Paz.
Los migrantes que ahora atraviesan Panamá son en su mayoría familias haitianas, muchas procedentes de Chile y Brasil, donde se habían asentado hace años. Se dirigen a Norteamérica (México, Estados Unidos y Canadá).
El incremento del paso de migrantes irregulares se ha visto agravado por los efectos de los desastres naturales, el cambio climático, la crisis económica y la pandemia del covid-19, dijo la Cancillería panameña el jueves.
EFE