Este es un signo de nuestro tiempo que se ha arraigado en nuestro país con mayor fuerza desde hace 22 años, cuando una población incauta escuchó, con un grado de irresponsabilidad asombrosa, los cantos de sirena del patrón del mal y hoy sufre sus efectos multidimensionales resumidos en la destrucción de la nación, las instituciones, la familia, la educación, el sistema de salud, la productividad del trabajo hasta llegar a la ruina personal con una calidad de vida intolerable.
En medio de los mayores ingresos petroleros el régimen convirtió al Estado en fallido, incapaz de resolver las demandas básicas de la población. El PIB real se ha evaporado en 74%, esto se refiere al valor monetario de todos los bienes y servicios producidos en un territorio en un determinado período de tiempo. Ni en la Segunda Guerra Mundial se produjo una caída tan nefasta.
Del análisis que hizo Transparencia Venezuela de 20 de los 40 contratos suscritos con Odebrecht, sumaron la cantidad de 29.470 millones de dólares; las obras no fueron construidas y la plata se la robaron. El usurpador declaró en estos días, como si nada, que invertirán 15 millones de dólares en algunas de estas obras inconclusas. El Tribunal Supremo de Justicia legítimo en el exilio lo condenó a prisión de 18 años, 3 meses, y a pagar una multa equivalente a la mitad del dinero recibido para financiar la campaña electoral de 2013. La banalidad del mal hace que nos olvidemos y pasemos de largo de la descomunal corrupción del socialismo del siglo XXI.
Donde manda don dinero no hay justicia que valga. Allí vemos actuando al bufete de Baltazar Garzón cobrando ingentes sumas por hacer lobbies al régimen, con el fin de eludir los caminos de la justicia. Increíble los esfuerzos que se hicieron por diferir y ganar tiempo para la extradición del testaferro confeso Alex Saab. Blanquear a criminales para traerlos al terreno de la política. Se mueven como pesos plumas en el campo de la maldad. Se despliegan fuerzas para banalizar el mal y quitarle significado a la verdad. Es una guerra abierta contra los valores y la democracia. Esperanzador el triunfo de la justicia en Cabo Verde.
Refraseando a Churchill invocamos la voz de la conciencia: no te vayas por el barranco, al final siempre estará la verdad. Con base en la conciencia forjamos el carácter, el alma y el intelecto. Hay que cambiar el juego completo, fijando una sola cara y una sola palabra. Necesitamos una nueva conducción.
La corporación criminal configuró a su oposición para eliminar la disidencia. Por esta ruta no vamos a ningún lado, entraña una crueldad brutal e indiferencia por los altísimos costos que están pagando los venezolanos. Una crueldad contra los presos políticos y los desplazados. Por siempre nos quedará grabada la imagen del joven venezolano que emprendió la odisea de llegar hasta México y sentarse y morir en un banquito de una plaza. En tu nombre no permitiremos impunidad.
Viene un día ardiente como un horno y los malvados se consumirán, sin quedar raíces ni ramas.
“Libertad para Javier Tarazona. No más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados”.