La tecnología de blockchain puede optimizar el manejo de procesos especialmente aquellos que requieren anonimato, pero con la capacidad de acceder a la información cuando sea necesario. Por ejemplo, el registro y mantenimiento de los récords médicos es muy costoso y, aun así, se encuentran dispersos en diferentes sistemas y están expuestos a los ataques cibernéticos que pueden llevar al robo de identidad o reclamo de recompensas. Cada récord medico se podría registrar en un bloque independiente de un blockchain y la conexión con su dueño sería solo a través de una clave personal. De esta manera, el dueño decide quien tiene acceso o a quien vende su información. Considerando que los bloques de datos no incluyen los nombres de sus dueños, la información no podría ser usada en forma delincuencial en caso de pérdida o robo. El mismo principio se aplica para sistemas de manejo de identidad como son los registros civiles o los tribunales electorales.
Dado que el sector financiero es basado en la confianza del público y en un sistema de libros contables, esta tecnología se podría usar para el manejo de cuentas, transferencia de fondos o sistema de pagos. Se estima que el costo del mantenimiento del sector financiero de E.E.U.U. representa el 7.5% de su producto interno bruto (PIB) y a nivel mundial, los sistemas de pagos cuestan alrededor de 0.5% a 1% del PIB global. Adicionalmente las tarifas para procesar tarjetas de crédito para los comerciantes están entre 1.5% a 3.5%, mientras que la implementación de un sistema de pagos con blockchains y criptomonedas como el bitcoin reducirían los costos a un 1%. Esta disminución de costos de operación del sector financiero debería traducirse en tarifas menores para el usuario.
En el sector de manufactura y comercio, las cadenas de suministro son sumamente complejas al requerir muchas etapas y actores. La tecnología de blockchain permitiría implementar un sistema descentralizado donde cada transacción se graba en un bloque y así se puede distribuir a través de múltiples canales, aumentando la transparencia, seguridad, ahorro y eficiencia del sistema. Adicionalmente, las grandes empresas pueden desarrollar su propio sistema de pago basado en criptomonedas.
Los retos de una economía digital son muy amplios. La implementación de estos sistemas requiere un contingente técnico de ingenieros y expertos, así como un costo inicial de inversión en desarrollo de la infraestructura computacional. Sin embargo, el costo de oportunidad de no implementarlo es muy alto y aumentaría la brecha entre países desarrollados y el resto del mundo. Una política de ciencia y tecnología focalizada, así como una cultura empresarial basado en principios de confianza en la comunidad y descentralización son esenciales para motivar el desarrollo de esta nueva economía digital.
China es el ejemplo opuesto en que, a pesar de haber desarrollado su propia moneda digital, el e-yuan, y permitió la minería de bitcoins, en junio del 2020 el Banco Central de la China prohibió a los bancos procesar transacciones de criptomonedas y el gobierno declaró ilegal la minería de bitcoins en la provincia de Sichuan, caracterizada por contar con numerosas plantas de energía hidroeléctrica. Considerando que China produjo alrededor del 65% de los nuevos bitcoins a nivel mundial en el 2020, estas prohibiciones llevaron a que en junio el precio del bitcoin perdiera cerca de 50% de su valor desde su pico en abril de $64,870 aunque ya se ha recuperado. La experiencia de China es muy ilustrativa del conflicto entre la necesidad de control de un gobierno autocrático y los principios de descentralización y la importancia del consenso de grupo para tomar decisiones implícitas en la tecnología de blockchain. En el caso de Latinoamérica, los intentos fallidos de monedas digitales como el Petro en Venezuela y el Dinero Electrónico en Ecuador también se han dado al seno de gobiernos autoritarios. Por ello, el primer paso para el desarrollo de una economía digital en Latinoamérica es el llamado a elecciones presidenciales libres en países con gobiernos dictatoriales como Venezuela o Nicaragua. Recientes iniciativas de nuevos mercados de criptomonedas como Bitso en México y Mercado Bitcoin en Brasil con una valoración de $2.2 y $2.1 millardos respectivamente muestran que los países con gobiernos democráticos que fomentan el desarrollo de la iniciativa privada, ofrecen garantías para los inversionistas nacionales o internacionales y cuentan con una infraestructura computacional adecuada, pueden desarrollar proyectos competitivos de la economía digital.
En conclusión, la capacidad computacional y el capital humano existente en muchos países de Latinoamérica, así como sus nuevas iniciativas digitales opacan la estrechez de los gobiernos autocráticos regionales y abren la oportunidad a la región de asumir un nuevo liderazgo regional en la economía digital.