El régimen de Nicolás Maduro se ha convertido en uno de los más complejos a nivel mundial. Desde su llegada al poder, las condiciones socioeconómicas en Venezuela han cambiado radicalmente, lo que ha generado el desplazamiento de cientos de sus habitantes a otros países, así lo reseñó EL TIEMPO de Colombia.
Maulglimer Baloa, lideresa y defensora de los derechos humanos en la Amazonía de Venezuela, cuenta para entrevista con Francisco Santos la compleja realidad que están viviendo los pueblos indígenas de Venezuela en esta zona específica del país.
En principio, Baloa destaca que las formas de acceso a la Amazonía son cada vez más complejas. En su caso, para llegar a su pueblo San Carlos de Rio Negro, tuvo que ingresar por Colombia en un avión de carga. Actualmente, la oposición no puede acceder a vuelos en Venezuela.
Al llegar, se encontró con un pueblo sin electricidad. La única casa con luz es la del alcalde, cuenta la lideresa.
La situación económica resulta aún más desalentadora.
“El alcalde sustituyó la moneda venezolana, por un papelito donde le pone ‘el rionegrense’. Eso les permite cambiarlo por un producto que él mismo vende. Un papel equivale a un mes de salario“, cuenta.
El intercambio es más que injusto, según su relato, pues por un papel le dan a la persona medio jabón. En caso de ser cuatro papeles, recibe un huevo. Es decir, cuatro meses de sueldo a cambio de un solo ejemplar de comida.
Baloa también cuenta que en su pueblo no hay docentes que den clases por lo salarios tan bajos. En estos casos, las comunidades se han sostenido de la minería artesanal y la venta de oro. Otros de ellos han resultado desplazados.
“Encontré comunidades muertas, no existen. Todos se fueron […] Es un lugar totalmente devastado”, cuenta con preocupación.
A la lideresa la han echado de Venezuela en 3 ocasiones por criticar el régimen y ha tenido que buscar refugio en Colombia. “Existe el miedo. No solo para mí, sino para las comunidades que resisten, que viven de las migajas”, sentencia.
Los grupos armados son otro factor tensionante en la zona. Juvencio Gómez, Líder de la etnia Pemón y defensor de derechos humanos, respalda el testimonio de Balao.
“Estamos pasando muchas necesidades económicas y sociales. Sin alimento y sin agua. Es nuestra tierra y no lo podemos abandonar”, dice el indígena. De acuerdo con él, uno de los problemas más grandes de su comunidad ha sido la minería en manos de “grupos irregulares manejados por el régimen“.
Las comunidades han tenido dos opciones: o dedicarse a la extracción del oro o ser desplazados de sus territorios donde no pueden trabajar ni transitar libremente.
“Están sometiendo a nuestros hermanos indígenas”, dice Gómez.
En la mayoría de casos tampoco tienen acceso a agua potable y las fuentes hídricas que poseen están contaminadas con mercurio.
Balao, por su parte, teme que su pueblo desaparezca. Gómez sostiene: “La paz y la tranquilidad con la que vivíamos en nuestros territorios, eso se ha acabado“.