El próximo domingo 21 de noviembre celebraremos un nuevo aniversario del Día del Estudiante. Es una fecha emblemática desde hace unas cuantas décadas. Recuerda las jornadas estudiantiles en contra de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Tuvieron su centro operativo en la Universidad Central de Venezuela, pero con variadas manifestaciones de solidaridad en todo el universo universitario y liceísta de la época. En menos de dos meses el objetivo se alcanzó. Por supuesto que fue necesaria la intervención de las Fuerzas Armadas de la época en combinación con dirigentes políticos del primer nivel. Unos en la clandestinidad, otros presos pero el anhelo de libertad se habían apoderado del liderazgo natural de la sociedad civil. Empresarios, trabajadores y, por supuesto, la Iglesia Católica dieron ejemplo de amor a la patria hasta alcanzar el objetivo de sustituir la dictadura e iniciar una nueva etapa bajo los valores insustituibles de la democracia y la libertad.
Ahora, en este momento tan difícil que vive la República, el régimen ha convocado a elecciones parciales en ausencia de condiciones elementales para legitimarlas. Durante unos cuantos meses el debate se ha centrado en votar o no votar ese día. El régimen ha ganado tiempo y contribuye a diario con la polémica existente en la llamada oposición democrática, intrigando al máximo y generando confusión en sus filas. Para el día de hoy hay alacranes provenientes de los partidos tradicionales, nuevos y viejos, pero todo está a la vista. El tema del cese de la usurpación, la constitución de un gobierno de transición y la convocatoria a elecciones presidenciales en el menor tiempo posible pasó a un segundo plano. El electoralismo agudo de unos y la presidencialitis candidatural de otros le está prestando un gran servicio al régimen. Tiene de positivo que todas las caretas han caído. Y el próximo domingo, la ausencia masiva de votantes dejará establecida la voluntad popular frente al problema.
El 21 de noviembre de 2021 se inicia una nueva etapa para Venezuela. Me atrevo a decir que será el tiempo final de la dictadura. Los problemas están sobre diagnosticados. El pueblo encontrará verdaderos dirigentes, honestos a toda prueba, que los conducirán a una nueva realidad.
Es increíble que en el mundo cuando se habla de Latinoamérica se pongan como ejemplos negativos las realidades de Cuba, Nicaragua y ahora Venezuela. Los tres países en el mismo saco de un socialismo comunistoide. No somos Cuba. Tampoco Nicaragua. No lo seremos y estamos dispuestos a luchar para evitarlo. No se trata de volver al pasado, a los cuarenta años de democracia. Se trata de construir el país de los sueños con absoluto respeto a los valores fundamentales de la democracia y la vida en libertad como hemos dicho tantas veces. El objetivo es posible en relativo corto plazo. Venezuela tiene como lograrlo.
Lunes, 15 de noviembre de 2021
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