A 142 años de su fundación, el cementerio “El Cuadrado”, ubicado a pocos metros del casco central de Maracaibo, es uno de los camposantos más antiguos del Zulia. Su particular forma es la que da ese nombre. En la actualidad, alrededor del 78% de las tumbas están profanadas, robadas y destruidas.
Corresponsalía La Patilla
La situación de salubridad y ornato de los cementerios públicos en la capital del Zulia es crítica. Todo se resume en una sola palabra: abandono. Para el alcalde de Maracaibo, Willy Casanova, y el gobernador de la entidad, Omar Prieto, ambos del PSUV, el cuidado de estos espacios no son prioridad.
En un recorrido por el cementerio El Cuadrado y Corazón de Jesús, se evidenció lo que familiares de los difuntos denuncian con frecuencia: urnas viejas que son lanzadas en los pasillos del camposanto, urnas profanadas, lápidas y trabajos en material de mármol robados, jardines cubiertos de basura y maleza, y lo más triste para los dolientes es que hasta la osamenta de los difuntos han desaparecido.
Desde el pasillo central del cementerio El Cuadrado, se observa el deterioro de las tumbas. No hace falta avanzar mucho para darse cuenta de otras muestras de desidia. No hay agua para el mantenimiento de los jardines. Las osamentas y los cráneos están a la vista de cualquiera, pero a las autoridades no les interesa ni les importa lo que suceda allí.
La inseguridad reina
“Aquí pueden atracar a cualquiera. Si quieren venir a visitar a sus muertos, o mejor dicho, el espacio donde presumimos que están los restos, deben hacerlo bien temprano, porque después de las 11:00 de la mañana es un atraco fijo. Hay que venir bien cubierto, porque salen animales extraños que pican”, afirmó Ana Díaz, familiar de un difunto.
William Barrios fue a visitar la tumba de un familiar. Tenía nueve meses sin ir al cementerio. Al llegar al lugar donde se suponía descansaban los restos de su ser querido, se encontró con la sorpresa de que el osario había sido descubierto y los restos de su familiar estaban regados. Relató que no podía creer lo que veía.
“Yo estoy muy triste, decepcionado. Aquí no respetan ni a los muertos. Rompieron la urna para robarle los elementos decorativos de cobres y la dejaron destapada. Rompieron el trabajo de mármol que le hicimos. ¿Dónde está la alcaldía que debe velar por que el lugar esté limpio y en buen estado? Ya ni los muertos pueden descansar en paz”, se quejó Barrios.
Un empleado del lugar advirtió al equipo de La Patilla que tuviéramos cuidado, ya que si nos adentrábamos, no respondían por nuestra seguridad. “Aquí vemos correr a los malandros cuando ya han robado a los visitantes, pero no podemos hacer mucho ya que ellos están armados”.
También contó que el cementerio es usado como dormitorio por los indigentes y delincuentes. “Acá se esconden luego que atracan en el centro”, denunció el empleado.
“Prefiero cremar”
Taimi Núñez coincidió con nuestra visita al cementerio Corazón de Jesús, en el sector La Limpia. Escuchó de las advertencias de los trabajadores sobre adentrarse en el camposanto, por lo que ese mismo día tomó una decisión: “No entierro más a un muerto de mi familia. Prefiero cremar y cargar con las cenizas, y me evito todo este problema. La última vez que vine, hace tres meses, vi cómo atracaban a una muchacha”, denunció.
Aura Díaz visita a sus familiares una vez por semana antes de las 10:00 de la mañana por la inseguridad. Mencionó que tenía 15 meses sin ir por la pandemia. Su familia tiene un panteón, ya no hay cupos. Con lágrimas en los ojos lamentó ver las condiciones del espacio donde reposan más de la mitad de sus familiares.
“El monte cubrió por completo el panteón, las lápidas no están, las esculturas de nuestro panteón tampoco. Está todo desvalijado y nadie sabe nada. Traje un albañil y estamos recuperando este lugar sagrado para nosotros. Qué tristeza ver cómo está todo en la ciudad”.
Sueldos de hambre
Los sepultureros del Cementerio Corazón de Jesús recientemente abandonaron sus puestos de trabajo. Están cansados de que el salario no les alcance ni siquiera para un kilo de harina y medio kilo de queso. Sin revelar su identidad, uno de los vigilantes comentó que él sigue allí por las propinas. Además de que es un adulto mayor y no conseguirá otro empleo.
Los sepultureros en Maracaibo ganan el equivalente a 4 dólares al mes. Paralizaron sus actividades y suspendieron las inhumaciones hasta que la alcaldía les incremente el sueldo, contó el sexagenario. “Si los familiares quieren hacer trabajos o limpieza, deben cancelar mínimo 5 dólares. Por eso algunos vigilantes seguimos aquí”.
“Tenemos clientes que nos pagan 10 dólares quincenales por mantener limpia la tumba de su familiar. Las marañas son las que nos dan de comer, porque el sueldo de la alcaldía no alcanza ni para cuatro paquetes de harina de maíz”, sentenció.
Crisis provocada
Rino Montiel fue director de Servicios Públicos de la Alcaldía de Maracaibo en el año 2017 durante la gestión de Eveling de Rosales. Recordó que el deterioro de los camposantos en la ciudad empezó desde el año 2015 cuando la Policía de Maracaibo fue intervenida por el régimen y le quitaron las competencias a la municipalidad.
Los cementerios sin vigilancia policial, quedaron expuestos a la delincuencia. Rememoró que desde su despacho se emitía una comunicación por semana solicitando a la directiva de Polimaracaibo custodia para estos espacios, y hacían caso omiso. Desde entonces, el hampa se apoderó de los cementerios y los dejó en ruinas.
“La crisis del país más la falta de vigilancia hizo de los cementerios un punto vulnerable para los delincuentes. El cementerio El Cuadrado poseía grandes esculturas traídas de España, Italia y Portugal por familiares de buena clase social para decorar los panteones. De eso no queda nada, el hampa acabó con todo”, dijo Montiel.
Además, señaló que ningún proyecto para mejorar a los cementerios, podía prosperar, pues la falta de vigilancia convirtió a los cementerios blanco fácil. Comentó que en 2017, se cambió en cuatro ocasiones el cableado, y al día siguiente eran robados. Los delincuentes acaban con todo.
Así mismo, Montiel resaltó que en la actualidad la autoridad municipal es afecta el régimen chavista y tiene todos los recursos y aliados para resguardar estos espacios, pero no existe la voluntad política para resguardar a los difuntos.
Se desvían los recursos
Pablo Duarte es vecino del Cementerio El Cuadrado desde hace 50 años. Lamentó que hoy este lugar muestra su peor rostro. Relató que la última vez que se vio una cuadrilla limpiando fue hace más de 24 meses y la basura la dejaron acumulada dentro del cementerio.
Duarte vive en la residencia Villa Delicias ubicada al lado del cementerio El Cuadrado. Contó que es frecuente oír martillazos, fuertes golpes, caídas de las obras de artes que decoraban el cementerio y que se ven pasar grupos de personas cargando con las lápidas, las cerámicas, entre otras cosas.
“Al cementerio le hace falta ponerle vigilancia y alumbrado. Son dos factores que están favoreciendo a la delincuencia. No hay ni luz dentro del cementerio ni en las calles. El resultado es público: los amigos de lo ajeno no han dejado nada y la falta de inversión de la alcaldía tiene al cementerio en el suelo”.
Nabony García reside en el conocido barrio cañón 44 adyacente al cementerio El Cuadrado. Describió que lo que sucede allí es “increíble”. Hasta los huesos son vendidos a las personas que practican la santería.
Para el arquitecto José Antonio Robles, es triste lo que allí sucede. En cualquier parte del mundo, los cementerios son referencias turísticas, culturales y arquitectónicas. Por su ubicación geográfica, su arquitectura y los restos de grandes personalidades de la región que allí reposaron, constituyen elementos suficientes para convertir a los camposantos en atracción turística en Maracaibo.
Para el también profesor de arquitectura de la Universidad del Zulia, lamentablemente el régimen puso en bandeja de plata todo a los delincuentes. “No les duele nada”.
Una trabajadora de la alcaldía de Maracaibo que no reveló su identidad, dijo que para el mantenimiento y funcionamiento de los cementerios existe una partida de recursos significativa, pero que son desviados para el ornato de plazas de la ciudad y también para los bolsillos de directores.
“En los cementerios todo se cobra. Allí no hay pérdidas de nada, porque genera recursos, pero se desvían a otro destino que no es el debido. Por entierro la municipalidad percibe alrededor de 120 dólares”, precisó la funcionaria.