La situación política por la que atraviesan los venezolanos actualmente es realmente compleja, estamos en presencia de un régimen autoritario que cada vez tiende más a la eliminación del ámbito de la libertad, tal situación conmina a una defensa liberal de los derechos políticos individuales, y cuando lo planteo en estos términos no lo hago con un sesgo ideológico ni porque no crea que otros sectores de ideologías distintas no puedan participar en esta lucha, solo lo hago porque considero que la óptica liberal contribuye a una mejor interpretación de la tragedia que viven todos los ciudadanos de esta república.
Venezuela vive una situación verdaderamente atípica con referencia a los marcos conceptuales y teóricos de la ciencia política normal (permítaseme el empleo de esta categoría de Thomas Kuhn), y no es que se esté produciendo en este país necesariamente una revolución científica, en lugar de ello se trata de una falsificación de la realidad por parte de quienes detentan el poder, una realidad política en la que estos aluden y hacen uso permanente de mecanismos de la democracia para disimular y encubrir con vías de hecho la más abyecta y terrible tiranía; una realidad política que produce monstruos, todo tipos de aberraciones y anti valores de la política, cuyos contenidos no son posibles de análisis en función de las aspiraciones o el sentido moral que inspiran la visión que tiene un grupo o un individuo de sus fines últimos, sino en función de concepciones políticas que no tienen claro la naturaleza del régimen que nos oprime, de algún dogma metafísico de clase social o de alguna hipótesis fáctica, a partir del cual las respuestas a esta tragedia acerca de lo que es bueno, justo, necesario, deseable o apropiado, se hacen a partir de determinados comportamientos.
Se parte de la idea de que los individuos se mueven en una dirección, y solo en una, movidos por fuerzas impersonales o semiocultas, como la lucha de clases, el inconsciente colectivo, el origen racial, raíces psicológicas, mitología popular o de grupos, entre otros. Lo cierto es que para enfrentar los poderes fácticos que se han instalado en Venezuela y la desgracia que ellos han generado, esa percepción debe cambiar y esa posibilidad de cambio está supeditada a la posibilidad de intervenir en la causa oculta de su comportamiento, siendo esta la de un régimen que cada vez más trata de quebrar la voluntad de los individuos impulsándolos al aislamiento.
Los que entiendan esta necesidad de interferir para poder dar al traste con esta situación, y he aquí el núcleo de nuestra propuesta liberal, deben hacerlo convergiendo en una idea: ser libres para determinar nuestra propia dirección y la de los demás, pero esto a causa de una mayor racionalidad y de la discusión dirigida a ello, para así tener una mayor comprensión de la naturaleza del régimen opresor, del comportamiento social de esta sociedad, y crear una mayor capacidad para entender a los conciudadanos que interactúan en la siniestra realidad política que padece Venezuela.
Pues concebir la realidad actual en su totalidad, aunque el régimen se empeñe en crear la jaula, como si fuéramos residentes de una prisión, de un encierro, de un cerco, por muy real que parezca, es una visión triste, falsa y, en último término, degradante, pues esta concepción niega la naturaleza racional y creativa de todos, o al menos de la mayoría, de los hombres. No hay que olvidar que somos seres creativos y que nos dirigimos a sí mismos, como escribió Étienne de la Boétie, en su obra “Discurso de la servidumbre voluntaria”, al “afirmar que no hay necesidad de combatir al tirano para liberarse de él: Es el pueblo el que se subyuga. El que degüella, el que pudiendo elegir entre ser siervo o ser libre, abandona su independencia”.
No cabe duda entonces que en la medida que tengamos claro que todos somos naturalmente libres, y en consecuencia todos somos compañeros, no puede concebirse en el entendimiento de nadie que la naturaleza haya puesto a alguien en servidumbre, ni mucho menos que haya designado a nadie para que nos domine, nos han puesto a todos en compañía y en articulación de uno a uno con la interrelación, en ese mutuo reconocimiento está inscrita nuestra libertad. Por tal razón, si decidimos ser libres, seremos libres.
Lo que hace falta es una aplicación más cauta, menos fanática, teniendo clara que ninguna solución está libre de error, y donde el individuo espontáneamente debe asumir, en último término, toda la responsabilidad. Es partir de la intensa preocupación de los individuos por los problemas que les atañen, inconmensurables, mediante una persecución individual o colectiva por la solución de estos problemas como llegan las mejores soluciones de los individuos y los pueblos. Los venezolanos, un pueblo de fe profunda, no pueden olvidar que no hay nada más contrario a Dios, totalmente liberal y bondadoso, como la tiranía. De allí que la lucha por nuestra libertad desde la concepción liberal, es responsabilidad de todos, pues no podemos olvidar que nacimos en posesión de la libertad y también con la pasión para defenderla.
Es la hora de los audaces, de entender que la libertad inspira valentía en el corazón de los que la defienden, nos aconseja Boétie, que a “los tiranos si nada se les da, si no se les obedece, sin combatir, sin golpear, se quedan desnudos y son derrotados, y ya no son nada, como las ramas que se secan y mueren cuando la raíz se queda sin humores o alimento”.
Los grandes movimientos políticos de liberación del siglo XIX fueron el individualismo humanitario y el nacionalismo romántico, son estos movimientos y las ideas que le precedieron, lo que me inspiran y animan, desde la concepción liberal, a compartir estas notas que pudieran contribuir a adoptar las percepciones y actitudes necesarias, con miras a una real salida de la destrucción y degradación general que vive la república; lo hago convencido como estoy de que tan pronto deseemos la libertad, la poseeremos.