Una vocación implica formación, actitud y aptitud, humildad, voluntad y paciencia y oportunidades y circunstancias propicias y ser agradecido a tantas personas que nos acompañan y ayudan en la vida.
Además, un político nunca debe olvidar que es un servidor público, que administra bienes y recursos que no son suyos y que debe hacerlo con absoluta pulcritud y eficiencia.
Igualmente importante es la filosofía de vida y su visión y percepción de la realidad. Su tiempo es el presente-futuro. El único real, pero la comprensión del mismo solo es posible desde el estudio y el conocimiento y acudir en cada caso a la consulta de técnicos, expertos, especialistas, etc.
El estudio de la historia o conocimiento del pasado es útil y necesario, así aprendemos de la experiencia y errores cometidos para no repetirlos.
La imaginación también es necesaria para gobernar, porque es importante tener consciencia que el tiempo fluye y cambia, con o sin nosotros.
Hay que empeñarse en ser servidores de la vida y contemporáneos del futuro. La política y el gobierno exigen mucho valor cívico y coraje. No se puede complacer a todos y menos a los cercanos, familia, amigos, compañeros, compañeritos de partido o grupo. El servicio a la solidaridad y la justicia no se logra con dádivas y favores sino con el buen funcionamiento de las instituciones y las políticas públicas. Nunca se logra todo lo prometido o deseable ni mucho menos las expectativas de todos, pero si es importante intentar siempre al máximo posible. Y la palabra “posible” es necesario entenderla en contexto real. No todo depende de uno y los milagros no forman parte de la política. El Zulia forma parte del país y este viene mal gobernado desde hace casi 23 años. Destruyó la economía y saboteó el proyecto democrático y acentuó el centralismo y todo tipo de abuso y arbitrariedad.
Gobernar el Zulia es un desafío por las problemáticas acumuladas y la relación con el centralismo.