Casi descartada la posibilidad de contar con el testimonio de Sarah Ferguson, ex del príncipe Andrés, por tratarse de una ciudadana británica con residencia fuera de los Estados Unidos, David Boies, abogado de Virginia Roberts Giuffre, una de las supuestas víctimas de la red de pederastia y prostitución de Jeffrey Epstein, persiste en su ataque a la línea de flotación a la imagen de Buckingham Palace. En su afán por lograr la mayor repercusión mediática del caso de acusaciones de abuso sexual, quiere llamar a declarar a Meghan Markle como testigo en el posible juicio civil.
Por abc.es
La duquesa de Essex, de nacionalidad estadounidense y residente en Montecito, California, está sometida a las leyes del país y, por lo tanto, si el juez estimara la petición, se vería obligada a acudir a la cita en los juzgados de Nueva York.
Según el abogado, Meghan tuvo estrecha relación con el menor de los hijos de Isabel II y podría «tener conocimiento de los hechos».
El duque de York describió a su denunciante como «una gatita hambriente de dinero», aportando como prueba su caché para una entrevista con ‘The Mail on Sunday’, por la que cobró casi 150.000 euros en 2011. Un supuesto acuerdo privado entre la víctima y Epstein, firmado en 2009, podría ser definitivo para que el juez Lewis Kaplan tome una decisión en la vista que tendrá lugar el próximo 4 de enero.
Aun en el supuesto de que se desestimara la demanda, el daño provocado a la reputación del príncipe Andrés parece definitivo: prueba de ello es que, este martes, una desconocida ha intentado asaltar el coche en el que viajaba hacia el Palacio de Windsor, siendo detenida por los servicios de seguridad de la Casa Real. Si el juez aceptara las pruebas de la acusación y se celebrara el juicio por abusos sexuales, el golpe sería de incalculables proporciones. Si, además, Meghan Markle fuera llamada a declarar, sería algo histórico.