A la espera de conocer si el Parlamento español constituye una comisión de investigación sobre abusos sexuales a menores en el seno de la Iglesia, países como Francia o Alemania han hecho públicos ya exhaustivos informes y otros, como Portugal o Polonia, han creado comités para indagar en las denuncias.
En España no hay una investigación independiente sobre casos de pederastia en la Iglesia y la última cifra hecha pública por la Conferencia Episcopal Española (CEE), en 2021, habla de 220 clérigos denunciados entre 2001 y 2021.
El pasado 14 de enero, tras reunirse con el papa Francisco, el presidente de la CEE, Juan José Omella, expresó su deseo de esclarecer los abusos pero rechazó “de momento” recurrir a una comisión independiente.
La CEE ha optado por abrir oficinas de atención a víctimas en cada diócesis española, mientras algunas congregaciones religiosas sí han iniciado sus propias investigaciones, como la Compañía de Jesús, que hace un año publicó un informe que cifraba en 81 las víctimas menores de edad que sufrieron abusos entre 1927 y 2020 por parte de 96 religiosos.
Una de las escasas investigaciones independientes sobre abusos en España la encargó en 2019 el Monasterio de Monserrat, que reconoció que un monje fue un “depredador sexual” sin que se hiciera nada pese a la “rumorología suficiente” sobre su conducta pederasta.
El presidente del Gobierno español, el socialista Pedro Sánchez, no se ha cerrado a la idea de una investigación y cree que lo primero es hablar con las víctimas y escuchar sus testimonios.
FRANCIA COMO EJEMPLO
Los grupos parlamentarios españoles miran a Francia, donde a finales del año pasado una comisión independiente reveló 330.000 casos de abusos sobre menores o personas vulnerables desde 1950, tras un estudio durante tres años que identificó a entre 2.900 y 3.200 religiosos pederastas.
Alemania lleva años indagando estos abusos y el último informe, encargado por la diócesis de Múnich a un despacho de abogados y hecho público este mes, recoge 497 víctimas y 235 presuntos agresores.
El informe, que involucra a Benedicto XVI en al menos cuatro casos de encubrimiento, concluye que muchos religiosos continuaron ejerciendo después de conocerse su comportamiento, incluso a pesar de haber sido objeto de una “condena relevante” por sus superiores.
INVESTIGACIONES EN MARCHA
En Polonia, donde la Iglesia mantiene fuerte presencia, la oposición impulsó el año pasado un comité parlamentario para supervisar los trabajos de la comisión nacional contra la pedofilia que el Gobierno creó en 2020, ante la sospecha de que podía estar ocultando casos relacionados con la Iglesia católica.
La Iglesia polaca, que ha visto en los últimos años como el papa Francisco apartaba a varios de sus obispos por no investigar las denuncias, tiene su propia comisión y en junio pasado presentó el último informe, con 368 casos de abusos sexuales a menores en dos años y medio por parte de 292 clérigos.
A finales del año pasado la Conferencia Episcopal Portuguesa también decidió constituir una comisión para investigar casos desde 1950, tras crear comisiones en las 21 diócesis del país.
INFORMES PIONEROS
Las denuncias de abusos en el seno de la Iglesia católica comenzaron a salir a la luz en la década de 1990 en distintas partes del mundo y varios países tomaron la iniciativa de indagarlas.
La Conferencia Episcopal de Bélgica fue una de las primeras en dar el paso y en 2010 presentó un informe que conmocionó al país, al desvelar más de 450 víctimas, de las que 13 se suicidaron, entre 1960 y 1985.
El psiquiatra infantil que presidió la comisión investigadora, Peter Adriaenssens, denunció las “presiones” y la ley del silencio que imperaron durante décadas en la Iglesia belga.
Un año después, Holanda reveló que entre 10.000 y 20.000 menores habían sido víctimas desde 1945 de abusos sexuales por religiosos católicos, una práctica que era conocida por una jerarquía eclesiástica cuya mayor preocupación era evitar el escándalo.
Tras identificar a 800 presuntos autores, la comisión concluyó que los abusos, que tuvieron lugar en instancias como orfanatos, seminarios e internados, iban desde el puro contacto físico hasta penetraciones.
En Australia se constituyó en 2012 una comisión que investigó la pederastia en organizaciones públicas y religiosas. Cinco años después desveló que alrededor de 4.500 personas denunciaron abusos cometidos por unos 1.800 miembros de la Iglesia católica entre 1980 y 2015
En Estados Unidos, la Corte Suprema de Pensilvania publicó en 2018 un informe que documentaba 300 supuestos casos de “sacerdotes depredadores” sexuales e identificó a más de mil menores víctimas. Tras difundirse el documento, decenas de diócesis de EEUU divulgaron listas con nombres de más de 1.200 curas acusados de pederastia.
En 2020 el Vaticano hizo pública la investigación encargada por el propio papa Francisco sobre el exarzobispo de Washington Theodore McCarrick, de 90 años, expulsado del sacerdocio por abusos a menores.
El análisis concluyó que el papa conocía “sólo de oídas” su “comportamiento inmoral con adultos” y que Juan Pablo II y Benedicto XVI, a pesar de continuos rumores, dejaron pasar el asunto al ser mal informados o no tener pruebas ciertas.
EFE