Por lo general, cuando se habla de fetiches las personas suelen asociarlo con gustos y preferencias extrañas o poco comunes al momento de tener relaciones sexuales. Sin embargo, se trata de la necesidad de usar un objeto inanimado como fuente de placer y excitación para poder llevar a cabo el encuentro íntimo.
El sexólogo Ezequiel López Peralta explica, en el pódcast de EL TIEMPO ‘Sexo en tu oído’, que “el fetichismo es un tipo de parafilia que tiene que ver con la atracción sexual por objetos no animados que, normalmente, no tienen una connotación sexual (…) En conclusión, lo que define al fetichismo es la relación de necesidad con el objeto“.
Por otra lado, las fantasías sexuales son pensamientos eróticos que crea la imaginación y que no necesariamente se llevan a cabo en la realidad. Se trata de un recurso importante que ayuda a aumentar el deseo, pues se relaciona con la representación de espacios, acciones o posiciones sexuales con las que a una persona le gustaría experimentar.
“Las más frecuentes son las que involucran lugares que tienen un sentido erótico o que aportan un plus de erotismo, como hacerlo sobre el capó de un coche, en la playa, en un ascensor o en un probador de una tienda. Es decir, el lugar como centro y componente erótico. Las otras más habituales son los tríos y tener una relación sexual con alguien desconocido”, explicó la sexóloga Georgina Burgos a ‘El País’.
Con eso en mente, la aplicación de citas Gleeden realizó unas encuesta a sus 16.450 usuarios en Colombia y determinó que el 86 % está a favor de los fetiches y las fantasías sexuales. Pero, aún así, solo el 9 % aseguró haber satisfecho todos sus deseos.
Entre las preferencias sexuales de los encuestados se destaca la dominación (38 %), el voyerismo (31 %), el exhibicionismo (18 %), el sadomasoquismo (4 %), la podolatría (7 %) y el ‘cuckoling’ (2 %).
Le explicamos de qué se trata cada uno.
La dominación, como su nombre lo indica, es una práctica en la que uno de los participantes del acto sexual toma la iniciativa, mientras que el otro se deja llevar. Si bien es cierto que una persona asume el control, debe existir un consenso para definir los límites.
El voyeurismo, por su parte, se trata de alcanzar la excitación sexual a partir de la observación de una o varias personas desnudas o que tienen sexo. En este ítem, el 32 % de los encuestados estarían de acuerdo en ver a su pareja teniendo relaciones con otra persona, el 16 % lo haría solo si su compañero así lo desea y el 52 % no lo haría.
icionismo es, contrario al voyerismo, encontrar placer en mostrase desnudo, especialmente, frente a un desconocido. En este caso, un 43 % de los encuestados, en su mayoría hombres, aceptó estar de acuerdo con estar con otra persona mientras su pareja mira, el 30 % lo haría solo si la otra parte así lo desea y el 28 % no lo haría.
El sadomasoquismo tiene que ver con el sentir placer al ejercer o ser sometido a la dominación o la agresividad. Aunque puede ser un juego de roles entre el ‘amo’ y el ‘esclavo’, se debe tener especial cuidado con los alcances de esta práctica.
La podolatría, aunque suene curioso, es la excitación sexual o el placer al tocar, sentir, lamer o ver los pies. Y, finalmente, el ‘cuckoling‘se refiere a tener relaciones sexuales con alguien y luego contarle los detalles a una tercera persona.
Alejandro Díaz, médico experto en sexología clínica y terapia de parejas de la universidad ISEP de Madrid (España), le dijo a EL TIEMPO que los fetiches pueden ser importantes para “para ampliar la sexualidad”, sin embargo, hay que prestar atención para que no se conviertan en trastornos o parafilias.