Varias fuentes y medios escandinavos estiman que las relaciones entre la Princesa Victoria de Suecia (44 años) y su marido, Daniel Westling (48), han desembocado en una crisis de cierta gravedad. Aunque esta no es la primera vez que se habla de una crisis entre el matrimonio, sí es verdad que en esta ocasión esos rumores tienen un tono agrio bastante acusado. Una situación por la que la Casas Real Sueca se ha visto obligada a pronunciarse al respecto para desmentir dichos rumores. «Podemos negar claramente la información de que la pareja heredera se está divorciando. No hay divorcio», ha sentenciado Margaretha Thorgren, jefa de comunicación.
Por abc.es
Unas contundentes declaraciones realizadas a la revista ‘Dana Press’ que desmienten de forma rotunda las informaciones publicadas por el portal sueco ‘Stoppa Pressarna’, desde donde aseguran que la pareja se encuentra al límite.
Unas afirmaciones basadas en fuentes cercanas al matrimonio que relatan un supuesto terrible episodio protagonizado por Daniel poco antes de las pasadas Navidades y que hizo que la Princesa se plantease terminar con su matrimonio. Una decisión aprobada por su padre, el Rey Carlos XVI Gustavo, quien no tiene en demasiada estima a su yerno.
Polémico noviazgo
Cabe recordar que la futura Reina de Suecia sufrió siete años de tormento cuando su padre no le dirigía la palabra y se negaba a conocer a su «novio no oficial» Daniel Westling. Y ella, tan prudente, tan fiel a las tradiciones, pasó por encima de todos e impuso su amor a la razón de Estado. Todos esperaban que esposara a algún príncipe europeo, pero la «Kronprinsessa» asombró al mundo entero al elegir como marido y consorte a su entrenador personal de fitness, un hombre sin grandes cualificaciones. El Rey de Suecia se opuso desde el primer día a esa elección y únicamente aprobó a Westling como yerno siete años más tarde.
El enlace entre Victoria y Daniel fue una arriesgada apuesta política de la Corona. Era la primera vez que un heredero al milenario Trono sueco esposaba a una persona que no pertenecía a la realeza. También fue la primera vez desde la Edad Media que un hombre del pueblo se convertía en Suecia en Príncipe con tratamiento de Alteza Real. Un momento en el que triunfó el amor y que sumergió al país en un ambiente de júbilo y orgullo patrio.