Ahora bien ¿qué tanto está Europa distante de ese rapto en el siglo XXI? Para algunos representa la antiquísima rivalidad y enemistad entre oriente y occidente, hay hasta una versión que afirma que el vocablo del griego antiguo de donde deriva Europa significa abundancia, tierra espaciosa de gran riqueza y por tanto codiciada, tan vasta que ni los propios griegos conocían sus límites, pues la vastedad llegaba hasta donde se extendió el helenismo, con lo que podemos afirmar que lo que conocemos como occidente hoy día es mucho más que la Europa geográfica y cultural, pues incluye a América, que a partir de la conquista y colonización se constituye en una construcción civilizatoria compleja y contradictoria que va a compartir la historia de occidente que se inició con los griegos con las civilizaciones originarias amerindias, lo cual le da a nuestro continente una diversidad histórica y cultural inédita de compleja definición.
La invasión rusa a Ucrania puede considerarse como un intento de rapto por parte de Putin, que pretende erigirse en una especie de Zar que sueña con apoderarse de buena parte de Europa para revivir no se sabe cual grandeza perdida de Rusia después de la desaparición de la Unión Soviética, Stalin posterior a la Segunda Guerra Mundial consumó el rapto de la mitad de Europa, empobreciendo naciones, sometiendo por la fuerza la resistencia al autoritarismo totalitario comunista como ocurrió en 1968 en Checoslovaquia con la Primavera de Praga, colocándose en las antípodas de los valores que le dieron identidad a Europa antes y después del Renacimiento, valores como racionalidad, exaltación del saber y valoración histórica del pasado común. Estas ideas han sido la verdadera frontera entre Europa y Rusia, no los montes Urales o cualquier otro accidente geográfico.
La idea de Europa y no Europa es de vieja data, pero las dos guerras mundiales y la finalización de la guerra fría unificaron a Europa en algo más que un concepto geográfico, le dieron una identidad para el ejercicio de todas las libertades, la integración europea es un hecho que se desarrolla bajo ese manto de libertades por encima de las diferencias étnicas, lingüísticas, económicas y nacionales, a esas libertades aspira el pueblo ucraniano y por eso resiste el zarpazo del oso albino, que con su enorme poder militar pretende crear una crisis global en la que no se puede descartar ninguna consecuencia para Europa y el planeta.