Hace un par de semanas publiqué un artículo llamado “Rusia y el error de Japón en 1941”, en el que advertía que Putin, en ese momento todavía sólo bulleando a Ucrania desde fuera de su territorio, podría estar cometiendo el grave error de Japón en 1941: subestimar el carácter de EE.UU. y el Occidente en general frente a una amenaza de guerra.
Para Japón, Pearl Harbor fue un fracaso a pesar de que superficialmente fue una batalla exitosa —hundieron con pocas pérdidas una parte sustancial de la Flota del Pacífico de EE.UU. Pero esa batalla ganada solo fue una victoria táctica porque tuvo como consecuencia una derrota estratégica: despertó en EE.UU. la inquebrantable decisión de derrotar a Japón sin darle merced ni cuartel. Esta decisión inquebrantable fue clave en la derrota total de Japón tres años y medio después. Algo similar le ha pasado a Putin en Ucrania. Hasta el momento Putin no ha logrado una victoria táctica en la guerra en Ucrania —que sería someter militarmente a ese país— pero sí ya logró construirse él mismo una derrota estratégica tan decisiva que lo va a paralizar en la búsqueda de sus objetivos estratégicos.
La tragedia de Putin es que para lograr esa victoria táctica tiene que profundizar su derrota estratégica, porque la resistencia de los ucranianos es tal que no puede romperla sin cometer más crímenes contra la humanidad, bombardear más familias, escuelas y hospitales —que es la fuente de su derrota estratégica.
En esta disyuntiva, un líder con sentimientos humanos y con un sentido de racionalidad se daría cuenta de que mientras más persevere en destruir a Ucrania, más va a perder en el total.
Putin, sin embargo, ha demostrado ser un psicópata, incapaz de sufrir por el sufrimiento ajeno y de entender que mientras más sanguinario se muestre más va a perder a la larga. Como lo hizo Japón con Pearl Harbor, Putin ha despertado a sus potenciales enemigos a sus verdaderas intenciones y a sus métodos, y los ha llenado del convencimiento de que es un enemigo al que hay que vencer porque no dará cuartel y no dejará que nada más que la fuerza económica y militar lo detenga.
Como le pasó a Japón en 1941, la reacción de Occidente a la invasión de Ucrania ha sido la contraria de lo que Putin esperaba. Las sanciones que Occidente ha impuesto a Rusia están dando ya resultados muy negativos para ese país, que está teniendo grandes dificultades para evitar una crisis económica terrible y, por consecuencia, una militar al poco tiempo. Pero el daño estratégico va más allá de esas sanciones, que están orientadas a debilitar a Rusia. Las medidas más graves para Rusia son las que las naciones occidentales están tomando para fortalecerse militarmente, generando una carrera armamentista que Rusia sólo puede perder por varias razones, entre ellas:
Primero, la pura capacidad económica. El Producto Interno Bruto de Occidente (EE.UU., el Reino Unido, la Unión Europea, Japón, Corea, Nueva Zelanda, Australia y Canadá) es de $48.884 miles de millones (o sea, 49 millones de millones). El de Rusia es 1.483 (1,5 millones de millones). Segundo, el crecimiento económico. Cuando Rusia comenzó a dar cifras de su producción en 1988, el producto del Occidente era 28 veces el de Rusia. Ahora es 33 veces.
Tercero, el Occidente le lleva a Rusia una ventaja tecnológica impresionante, que sólo va a irse aumentando porque mientras más avanzada está una nación tecnológicamente, más campo tiene para generar innovación. El que va atrás tiene la ventaja de que puede copiar a los más avanzados, pero eso se vuelve prácticamente imposible por la protección que han establecido los países occidentales para impedir la exportación de tecnología a Rusia. Cuarto, el Occidente está dispuesto a invertir en mantener y aumentar la ventaja estratégica que le lleva a Rusia, y está fortaleciendo la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para coordinar mejor sus fuerzas armadas.
De paso, Putin también ha demolido de un tajo muchas de las grandes mentiras de las cuales había logrado convencer a mucha gente a través de RT, que muchos creen que es un medio normal cuando es una órgano de propaganda de Putin: que entre Rusia y China se estaban acabando al dólar, que el futuro monetario estaba con ellos, no con Occidente, cuando ahora Rusia está muriéndose por poder conseguir dólares, euros o libras esterlinas que pueda gastar sin el control de los países occidentales; y que los países occidentales estaban en una decadencia moral que les impediría hacer lo que están haciendo hoy: poner un frente común y prepararse para enfrentar militarmente a Rusia si es necesario. Él pretendía ser el fuerte. Ha mostrado que es el débil.
Al final, ya está claro que lo más que puede lograr Putin es una victoria táctica con una derrota estratégica…y eso si él logra controlar a Ucrania después de destruirla, algo que los ucranianos están dando todas las razones posibles para dudar que lo logre. Todo sugiere que lo que se compró Putin al invadir Ucrania es una derrota en ambas dimensiones, táctica y estratégica. No muy inteligente no darse cuenta de que se echaría a todo el mundo encima.
Este artículo fue publicado originalmente en El Diario de Hoy (El Salvador) el 4 de marzo de 2022.