Tras 19 días de guerra, los muertos en Mariúpol ascienden a más de dos mil personas, y para quienes han logrado sobrevivir cada día es una batalla en busca de alimentos o medicinas. Médicos Sin Fronteras (MSF) alerta de la grave situación humanitaria por la que está pasando Ucrania, y en concreto dicha localidad al este del país, que ha sufrido una treintena de bombardeos desde que comenzó la invasión rusa.
Por abc.es
«Ahora mismo no hay agua potable, nada, y no hay de dónde sacarla. La gente está tratando de obtenerla de diversas formas; buscando fuentes en los parques o recogiendo el agua de los tejados cuando la nieve se derrite», cuenta Olexander, un trabajador de MSF.
El pasado 7 de marzo nevó en Mariúpol.
Para los vecinos esto suponía una fuente de agua, pero también la condena a una insoportable noche de frío, muchas veces en algún búnker improvisado o en casas sin calefacción. «La gente salía en busca de leña para cocinar sus alimentos», cuenta. Cualquier cosa puede servir para generar el fuego: árboles caídos, muebles viejos o los escombros combustibles de algún edificio alcanzado por los bombardeos.
Los niños, víctimas directas de la guerra
La crisis humanitaria que está sufriendo Ucrania está siendo extraordinariamente cruel. Tres millones de personas ya han huído del país, siendo menores la mitad de ellos. La directora regional de Unicef para Europa y Asia Central, Afshan Khan, ha defendido que se está «haciendo todo lo posible para ayudar a los niños y las familias en situación de necesidad, pero la guerra debe terminar. La paz es la única solución sostenible». Polonia, Hungría, Eslovaquia, Moldavia, Rumanía… Para los ucranianos cualquier destino es mejor que quedarse en casa.
Olexander (de MSF) califica la guerra de «desastre humanitario», y señala que «la situación para quienes tienen niños pequeños también es muy, muy mala, porque necesitan muchas más cosas, como productos de higiene, y no hay manera de encontrarlos en ningún sitio». «Las detonaciones continúan y la situación es especialmente complicada para las personas mayores y para quienes tienen algún tipo de discapacidad. No tienen forma de encontrar comida y tampoco pueden hacer un fuego para cocinar», advierte.
Kate White, responsable de emergencias de MSF, recuerda que «para los niños pequeños esto puede ser especialmente peligroso» porque, «a diferencia de los adultos, sus cuerpos no pueden soportar grandes fluctuaciones en la ingesta de alimentos y agua, por lo que corren un alto riesgo de deshidratación». Esto, «en situaciones extremas, puede provocar la muerte». Asimismo, el agua contaminada puede provocar otras enfermedades, como «infecciones cutáneas y sarna».