Entre la pobreza y la esperanza, por Rafael Veloz García @Rafaelvelozg

Entre la pobreza y la esperanza, por Rafael Veloz García @Rafaelvelozg

Cuando hablamos de la crisis humanitaria venezolana tenemos la obligación de ir a los números, pues nos sirven como elementos probatorios para poder medir sus gigantescas proporciones. Sin embargo, una cosa es reseñar, por ejemplo, el altísimo porcentaje de familias que viven en nuestro país en condiciones de pobreza y pobreza extrema y otra completamente distinta es ver los rostros de quienes la padecen y escuchar de sus labios palabras de dolor y angustia por tener que encarar la miseria a diario. Esto último es algo que arruga el alma y constriñe el corazón.
Vivir esa experiencia no tiene precio para quienes luchamos por la libertad y por la calidad de vida que se merecen todos los ciudadanos de nuestro país. Y decimos que no tiene precio, porque nosotros como diputados a la Asamblea Nacional legítima electa en 2015, como servidores públicos que somos, nos comprometemos más a alcanzar las metas que tenemos previstas lo antes posible.

La realidad que expresamos la hemos sembrado en nuestra memoria para tenerla presente cada día, así como les toca vivirla a los que están sumergidos en la crisis venezolana dentro de su más oscura profundidad, como señalamos antes.

Hoy sentimos que sobre este tema podemos poner las cosas en contexto de la manera más actual posible, gracias a la gira que estamos cumpliendo por todo el país, en consonancia con el movimiento Salvemos a Venezuela. Ya hemos recorrido 15 estados y nos encontramos en ruta para conocer las realidades de otras entidades, incuyendo las del occidente del país.





El espejismo y la verdad

La burbuja de Caracas y de algunas otras ciudades del país de una aparente normalidad en el plano económico no es otra cosa que un espejismo, cuando te enfocas en un diagnóstico nacional. Y es que al país hay que verlo de una forma integral.

La cruda realidad avala la Encuesta Nacional Condiciones de Vida en Venezuela (Encovi 2021) de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab), que reveló en su último informe (septiembre 2021) que la pobreza en Venezuela se ubicó en 94,5% y la pobreza extrema alcanzó un 76,6%. Cifras realmente escandalosas que de aquel momento para acá no pueden haber variado de manera sustancial, sobre todo porque no se han tomado medidas para coadyuvar a solucionar los problemas económicos de ese importante porcentaje de venezolanos, que se concentra más en el interior del país. Allí encontramos a aquellos que no reciben remesas del exterior, que son la mayoría, en una Venezuela con una dolarización de facto, con excepción del salario.

Durante nuestra gira por el interior del país nos han hablado y hemos sido testigos de la acentuada precariedad de los servicios públicos, de manera especial de la energía eléctrica, los problemas del gas doméstico, la gasolina y el transporte que afectan con más fuerza a los pequeños productores del campo, así como el paupérrimo estado de los centros de salud, la pobre situación de los planteles educativos y el cierre de empresas industriales y comercios, lo que incide en el desempleo. Por tal motivo, la economía informal, que no brinda seguridad social alguna, ha experimentado un notable crecimiento. Ante ese panorama, hay ciudades y pueblos que apenas cae la tarde se convierten en lugares fantasmales.

Hemos hablado con esos venezolanos que padecen cualquier tipo de calamidades, quienes aparte de expresarnos con sumo dolor que están al límite y no aguantan más la actual situación, nos muestran su deseo de ser parte de la solución de la crisis, por lo que apoyan todo lo que estamos haciendo para poner fin a la miseria en que viven, convertida en una tragedia sin precedentes en la historia del país. Esa voluntad y determinación nos nutre y revitaliza en la lucha que libramos por salvar a Venezuela.

Otro factor que ven con mucho agrado y respaldan los ciudadanos es la legitimación e institucionalización de las organizaciones políticas, como la que adelanta Voluntad Popular. Consideran que hay que dar valor al liderazgo emergente de sus regiones, por ser factores medulares para alcanzar los objetivos que nos proponemos.

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Yasmina Khadra (seudónimo femenino del escritor argelino en lengua francesa Mohammed Moulessehoul) dijo en su excelente novela Lo que sueñan los lobos que “Ninguna miseria puede detener el curso de la vida”. Algo muy cierto.
Khadra nos presenta un auténtico retrato de la tragedia vivida por la juventud argelina y, por ende, del llamado Tercer Mundo, que lucha por librarse de la miseria diaria, para lograr el derecho al respeto y a una vida decente, por lo cual esa juventud se enfrenta a la violencia de unos y el desprecio de otros.
Esta desgarradora novela de Yasmina Khadra, aunque en un contexto y una realidad de planos diferentes al venezolano, nos permite afirmar que la miseria hay que enfrentarla y vencerla sin demoras, porque ella traerá consigo desolación y muerte. Y la mejor arma que tenemos ahora para combatirla es la esperanza, la cual no podemos permitir que no las arrebaten, porque es la fuerza y la luz que impiden que nos quedemos de brazos cruzados, la que nos permite avanzar y luchar.
Puedo asegurarles que todos los que estamos inmersos en el movimiento Salvemos a Venezuela tenemos esperanza porque hay razones para tenerla. Tenemos un plan bien diseñado y la activa participación de sectores de la vida nacional y del pueblo llano, cuyas personas se suman cada día más. Tenemos un presidente encargado de Venezuela, que es Juan Guaidó, que está al lado de la gente, que ejerce su liderazgo y no se rinde. Y tenemos el apoyo del mundo libre, que conoce bien los esfuerzos que hacemos por recobrar la democracia y la libertad en paz, a través de los mandatos constitucionales, como son las elecciones presidenciales y a la Asamblea Nacional libres justas y verificables, que nos debe el régimen usurpador de Nicolás Maduro.
Tenemos mucha esperanza y hay muchas razones para tenerla, sobre todo en este momento en que en el horizonte ya se asoma ese nuevo amanecer para Venezuela que esperamos todos.
Únanse a nosotros. ¡Unión es la clave!


Dr. Rafael Veloz García, diputado a la Asamblea Nacional y al Parlasur electo en 2015, expresidente de la Federación Interamericana de Abogados (FIA), miembro de la dirección nacional de Voluntad Popular, VP.